Ayer a las 19h.
Uno de los finales felices -siempre un beso- de fotonovela.
Reprise.
Las dos pantallas combinándose sin fin, dando lugar a sorprendentes encuentros.
Hecha con la intención de ver si sirve de estímulo para que alguna institución le haga la retrospectiva que se merece.
Eso es lo que vino a decir Àlex Susanna en la inauguración de “Ella, una y altra vegada”, la exposición que la Fundació Vilà Casas le dedica en Can Framis (hasta el 22 de enero) a Eugènia Balcells.
Pues aquí mi reflexión: a ver si espabilan, que van con mucho retraso. Pionera de un montón de cosas en el campo del arte visual conceptual, empezó en los años 60, formó parte en los 70 de un grupillo de recién llegados (Eugeni Bonet, Juan Bufill, Manuel Huerga, José Luis Guerin) con el que llegué a tomarme unas cuantas cervezas, siempre hablando de descubrimientos que llevaban lo cinematográfico al extremo.
Un segundo periodo en Norteamérica (había ido ya en los 60…), formando parte activa de la embajada artística catalana en NY, la hizo empezar a trabajar, de forma avanzada, en el vídeo, combinado siempre con músicas de vanguardia y con experiencias (como su retiro con la cultura navaja) que valoraban la contemplación, la reflexión astral, vital y tal, camino en el que desde entonces no ha cejado ni un momento.
Eulàlia Bosch, que sostiene desde siempre una gran complicidad con Eugènia Balcells y ha hecho de comisaria de la exposición de Can Framis, la ha pensado siguiendo un hilo narrativo específico, por lo que sería en esa necesaria retrospectiva en la que se podrían descubrir otros temas (no me saco de la cabeza esa exposición sobre las habitaciones de la casa, llena de vida, que estrenó en un almacén del puerto de Tarragona) que también han atraído a la artista a lo largo del tiempo.
Ese hilo conductor es el de los estereotipos femeninos y su superación, en una especie de historia que se va hilvanando sala tras sala, hasta llegar al final feliz que supone la última de ellas.
Ayer llegué puntual a la hora de la convocatoria para la inauguración, pero un mogollón de gente casi me impedía la entrada: Eugénia Balcells, con la ansiedad del estreno, ya estaba dando una charla espontánea a los numerosos visitantes, vestida de la guisa que aparece en las fotos (su “Álbum portátil”).
Las primeras salas te devuelven a los años 70. Una gran pantalla (toda la exposición es de sólo unas cuantas -pocas, casi únicas por sala- pantallas) pasa en bucle unos cuantos finales escogidos (y yo diría que retocados digitalmente, porque la calidad de reproducción inicial era ínfima) de fotonovelas, de la última viñeta de fotonovelas, esa popularísima revista gráfica popular que llenaba los quioscos y que con la irrupción de otras formas audiovisuales ahora han desaparecido. Es su “Fin”. O me equivoco y será”Final feliz”, porque “Fin” se llamaba una película que hizo con Eugeni Bonet, sucesión eterna de finales de película.
En la siguiente sala vemos a Paul Newman, John Wayne y grandes estrellas de Hollywood con sus partenaires en la ficción. Se trata de los fotogramas de films comerciales que pescó en el Mercado de San Antonio (“Reprise”), aquí ampliados hasta casi el cinemascope. En otra obra antigua, reproducida parcialmente y ampliada enormemente en otra sala (“Boy meets girl”) son los encontronazos del azar entre figuras masculinas y femeninas, pues la pantalla está partida en dos, cada una con su género.
No es hasta por el final en que aparece su “autorretrato”, que creo recordar estrenó aquí en el Arts Santa Mònica. Y él apoteosis final.
¡Ah! Frases -de las trascendentes- entresacadas de obras de Virginia Wolf ayudan a ir recorriendo el trayecto. La que cuelgo la verdad es que le va de maravilla a esos emparejamientos forzados por el azar.
Autorretrat
Becoming
Alex Susanna dirigiéndose a los visitantes. A mí me sonaba esa pareja de la derecha. Luego caí en quienes eran.
Eulàlia Bosch
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