Vertov, de jovencito.
Los tres hermanos Kaufman, todos dedicados más tarde al cine. Dziga Vertov, algo así como peonza que gira en ukraniano, fue el mayor, el de la derecha.
No como Pathé,
No como Gaumont,
No como ellos ven,
No como ellos quieren.
Ser Newton
una manzana.
Dar ojos a la gente,
para ver un perro
con
los ojos
de Paulov.
¿Es el cine CINE?
Nosotros dinamitamos el cine,
para que
el CINE
pueda ser visto.
El seminario “Escribir el cine” sigue adelante. El martes fue el turno de María Soliño Barreiro, que nos describió el cine de Dziga Vertov a través de sus textos. Y el primero fue este “Start” que Vertov fechó en 1917 posteriormente, solo para aunar su cine con el triunfo de la revolución.
Luego, ejemplificado con sus películas (con esa cumbre tan bella que sigue siendo “El hombre de la cámara”), ese montaje de imágenes y sonidos que había siempre de llevar, de forma natural, hacia los logros de la revolución. Aunque la propia Barreiro confesó que veía que no eran la progresión de las imágenes la que llevaba necesariamente a ese final de completa consecución social, sino las frases de sus intertítulos.
Eso al margen, me gustaron las repetidas menciones que hizo a su hermano Mikhail Kauffman (fotografía), especificando que cuando dejó de trabajar con él, la calidad de sus films cayó estrepitosamente, y a su mujer, Yelizabeta Svilova (montaje) trabajando siempre mano a mano con él.
Svilova y Vertov en la sala de montaje. Inseparables en la vida y profesión hasta el punto de no necesitar guiones técnicos detallados para el montaje, que además partía del impresionante trabajo de Mikhael Kaufman.
Esa cumbre, El hombre de la cámara, que no se acaba nunca: pese a haberla visto varias veces, tuve que preguntar de qué película era una secuencia de cortes rápidos muy sensual, que pese a sonarme alguna de sus piezas, no situaba.
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