Una operación que salva de la ceguera al protagonista.
El inicio de la huida por un Londres fantasmagórico.
Cruzando un Paris en pleno caos.
Si “Invasores de Marte” se iniciaba con un apunte científico sobre la posibilidad de vida inteligente en el Universo, “La semilla del espacio” (“The night of the triffids”, Steve Sekeley, 1962; también Movistar) lo hace con uno sobre plantas insectívoras.
Aquí las invasoras son unas plantas francamente horribles, con unos tentáculos como de araña peluda muy desagradables, llegadas en unos meteoritos que han dejado ciega a casi toda la humanidad.
También es, en cierta forma, el relato de un paso adelante en un matrimonio renqueante de científicos en el que ella aparentemente sólo sabe proferir unos gritos estremecedores y una road movie en pos de la salvación de otros supervivientes, con los que recorremos un Londres y Paris apocalípticos y llegamos a España, con último punto de esperanza (algo muy similar a lo que ocurrió durante la guerra civil), un submarino que va a zarpar hacia América.
Y la Alegría y desconcierto de ver que el último plano del film corresponde, sin venir a cuento, nada menos que a Sitges.
Quizás debería parar un poco en este tipo de exploración, porque vicia.
La pareja de científicos en su faro. Ella acaba de proferir uno de sus gritos.
En el cortijo español.
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