Unas letras deshilachadas en todos los iniciales títulos de crédito de “La noche del demonio” (Jacques Tourneur, 1957) nos avisan que estamos ante una película de género fantástico, si no de terror.
Por si fuera poco, la primera escena hace aparecer un enorme -terrorífico de tan feo- diablo. Eso da pie a que todo lo que sigue nos resulte en comparación, pese a sus pequeños toques fantásticos, extremadamente “real”.
Dana Andrews llega en un avión a Inglaterra, para participar en un congreso de parapsicología. Él aporta la figura del científico escéptico, que encuentra causas racionales a todo tipo de fenómenos. Pero la dramática desaparición del profesor tío de la rubia con la que ha coincidido en el avión y las múltiples amenazas que va recibiendo durante sus investigaciones le van haciendo entrar dudas en esta pugna entre la incredulidad y la creencia en lo sobrenatural que es la película, que se deja seguir con un interés que recuerda el suscitado por obras maestras del género dirigidas también por el hijo de Maurice Tourneur, como “La mujer pantera”, “Yo anduve como un zombie” o “Retorno al pasado”.
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