Anoche satisfacción grande tras el reencuentro con uno de esos Sherlock Holmes de William Neill, “La casa del miedo” (1945; en Filmin).
No sé si por el tiempo transcurrido desde la visión de la anterior, disfrute importante. No solo Basil Rathbone debe ser quien mejor case con el papel del detective, ni Nigel Bruce quien mas felizmente ofrece un Dr. Watson más divertida y entrañablemente bobo e inútil, sino que me dio la impresión de que, al margen de algún decorado de esos demenciales, la película poseía un productivo argumento para el tipo de serie (esos hombres maduros que forman una asociación y se recluyen en una más que improbable casa con aspecto de iglesia gótica en la costa escocesa, empezando a recibir vía la siniestra mayordoma unos sobres con pepitas de naranja que van anunciando la muerte de cada uno de ellos) y repartía los (contados, es verdad) momentos sherlockhianos por todo el -como siempre agradablemente corto- metraje.
Poco, pero suficiente, de tanto en tanto, en época de escasez.
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