El Cinema Moderno de Roma (1904)
Cinecittà, cuidada por el Fascismo.
Si ayer era lunes, tocaba sesión del curso del Istituto Italiano di Cultura sobre las ciudades italianas. Paola Lo Cascio, profesora de Historia Contemporánea de la UB, habló de “Roma, ciudad de cine”.
No fue todo lo esplendoroso que podía haber sido por la precariedad de medios con la que se desenvolvió la sesión. Quizás debido al cambio de última hora (estaba previsto que Lo Cascio, una combativa romana, hablara de “Roma Criminale”, pero el Ministerio, desde Roma, hizo que, por tratarse de un tema -eternamente- sub judice, se cambiara), la profesora efectuó su charla apoyada en un sencillo PowerPoint sin apenas imágenes y, cuando quiso pasar alguna escena ejemplificadora, se diera, “por problemas técnicos”, por vencida.
Aún así, escueto y sin apoyo visual suficiente, el esquema de su tratamiento y contenido, pese a las carencias, me pareció interesante.
Primero habló de Roma como la ciudad del cine. Como en todas las grandes ciudades europeas, las primeras proyecciones tuvieron un marcado acento francés. Fueron operadores de los hermanos Lumière los que a finales del s. XIX se dedicaron a grabar y proyectar escenas captadas en los sitios más emblemáticos de la ciudad. Las primeras proyecciones se hacían en las caballerizas de los grandes palacios, como la de los Capranica, que luego siguió como cine hasta cerrar recientemente. En 1904 -continuó Lo Cascio-, Filoteo Alberini abrió la primera sala de cine, el Cinema Moderno, inaugurado nada menos que por la reina, y después creó los Establecimientos CINES, donde se pasaron películas que él mismo hizo y otras de un éxito mundial impresionante, como “Quo Vadis” (E. Guazzoni, 1913), objeto de ingentes nuevas versiones posteriores. La Cinematografia Italiana era, sin duda alguna, una de las grandes del planeta.
Tras la Gran Guerra fue el Fascismo el que consideró el cine como objetivo primordial, e instituyó a Roma como la capital del cine, creando el Istituto Luce y, más tarde, los estudios Cinecittà, que tomaron como modelo los norteamericanos. Cinecittà se inauguró el 28 de abril de 1937 y desde entonces hasta la ocupación alemana en 1943 (en que se cierran para ser utilizados como refugio), se produjo en el recinto una ingente cantidad de películas.
La segunda parte de la conferencia fue sobre Roma en el cine. La preocupación principal de Lo Cascio fue diferenciar lo que es el cine hecho desde fuera (o para los de fuera), del realizado por los romanos.
Por un lado, asentó la idea de que Roma es una ciudad en la que se pueden desarrollar todo tipo de historias, no las de un único género, e intentó definir lo que era Roma para las películas en las que aparece. Ahí le echó un inesperado capote la voz de Antonio de Moragas, quien estaba conectado desde su casa, soportando las deficiencias técnicas del sistema de transmisión:
-“Roma no es nunca un escenario, sino un personaje más” -se oyó decir a Moragas a través de una caja negra situada en la mesa de la ponente (así nos tenemos que ver...).
Un ejemplo típico de película que “mira a Roma” es, continuó Paola Lo Cascio, “Vacaciones en Roma” (William Wyler,1953), frente a un “Poveri ma belli (Dino Risi, 1957), que “mira desde Roma”. No se trata de ser hecha por un extranjero frente a ser hecha por un local, lo que ejemplificó entre la distancia que según ella había entre un “La grande belleza” (Paolo Sorrentino, 2013), que presenta Roma para los extranjeros -precisó- y “La dolce vita” (Federico Fellini, 1960), aunque la primera se inspire en la segunda.
Como cine romano que mira a Roma señaló también “Roma, città aperta” (Roberto Rossellini, 1945), “Febbre da cavallo” (Steno, 1976), “Brutti, sporchi e cattivi” (Ettore Scola, 1976), “Un sacco bello” (Carlos Verdone, 1981), “Ultrà” (Ricky Tognazzi, 1991) o “La finestra di fronti” (Ferzan Ozpetek, 2003).
Y ya sólo tuvo tiempo de acabar nombrando algunas caras romanas por antonomasia, como las de Anna Magnani, Alberto Sordi, Gigi Proieti o
Carlo Verdone.
Aunque quizás lo que más me gustó de la sesión fue la charla posterior en Petit Comité, fuera del recinto, en que se empezó inquiriendo sobre la Banda de la Magliana, la protagonista de la conferencia original excluida, pasando a la actividad de las cloacas en los diferentes países del mundo, las acciones locales que en principio se organizaron por aquí en contra y su represión, comparadas con los en principio similares casos italianos o alemanes, y acabando en la esa sí bien triste y significativa situación actual de la Universidad. Pero eso ya no da para una sesión de historia, sino que va de nuestra situación misma.
Vacaciones en Roma
Roma, città aperta.
Mamma Roma
Paola Lo Cascio
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