En Seaford, en la costa de acantilados blancos del sur de Inglaterra. Un entorno apacible en el que se desarrolla un drama familiar de esos que suelen pasar, por el que muchos han transitado y podrían decir eso de “Yo ya estuve antes ahí”.
“Regreso a Hope Gap” (William Nicholson, 2019; Estrenos Movistar, pero está también en Filmin y otras plataformas) cuenta, para hacer pasar una píldora que otros harían intragable, con dos grandes actores, Annette Bening (aquí por momentos algo histriónica) y Bill Nighy (por contraste la serenidad absoluta) y un joven actor, Josh O’Connor, en medio, balanceado por ambos y balanceando él, a su vez, su propio gusanillo.
Tras el primer tercio del metraje algo hace que veamos a Annette Benning en una escena, de sopetón, sin maquillar, aparentando por vez primera sus años. En varios momentos, eso sí, parece que se haya puesto al cargo de la música Richard Clayderman o Mari-Cruz Soriano para acompañar las inevitables imágenes aéreas sobre los acantilados, recordándonos que, de no estar ahí Nighy para atemperarlo, estaríamos ante un film de lo más convencional e irrespirable, estilo los alemanes de sobremesa de domingo de la primera cadena.
Pero vuelven a surgir entonces nuevas escenas que podían salir (aunque viendo la ficha no procede de una de ellas) de una obra de teatro... británica.
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