miércoles, 12 de mayo de 2021

Tokyo ride

Uno de los alucinantes recorridos por las autopistas construidas por encima de los antiguos canales, que hacían de Tokio una ciudad estilo Venecia, con muy frecuentes recorridos en barca. ¿Una muestra de la pasión por lo nuevo de los japoneses?

Pues resulta una extraordinaria, inolvidable visita a Tokio, que recomiendo sin fisuras a los amantes de la arquitectura, lo japonés, el pensamiento sobre estética, los coches singulares italianos y el cine.
Hace un par de años la Filmoteca nos permitió descubrir, presentados por ellos mismos en una sesión, un par de documentales sobre arquitectura, su especialidad. Uno de esos documentales era “Moriyama-san” (2017). Y precisamente en la Moriyama House finaliza, con una preciosa escena al son de “Una furtiva lacrima”, “Tokyo ride” (Ila Bêka y Louise Lemoine, 2020), que puede verse -me temo que sólo fugazmente- por Filmin, con motivo del BARQ Festival.
El arquitecto Ryue Nishizawa invita a la pareja de documentalistas a pasar un día con él recorriendo Tokio en Giulia, su ya mayor pero muy estimado Alfa Romeo. Ese recorrido, un día lluvioso, es el que constituye la película.
Nishizawa no habla mucho y no parece hacerlo, en todo caso, de arquitectura, pero va tejiendo, con los pequeños detalles sobre la tradición y modernidad japonesa que nos desvela, con sus mínimas explicaciones que podemos contrastar con lo que vemos desde el coche, con sus visitas (una es a la casa que construyó para la también arquitecta Kayuzo Sejima y al despacho de arquitectura -SANAA- que comparte con él), un apasionante retrato de todo lo que indicaba en el primer párrafo.


Kayuzo Sejima y Ryue Nishizawa, en la fascinante casa de la primera que le construyó el segundo. Están en un “interior” que integra la casa de la arquitecta con la preparada para su madre, para cuando viniera de su casa tradicional de las afueras.

Giulia, el “orgánico” Alfa Romeo de Nishizawa, aparcado junto a la Moriyama House.

 

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