Me ha sorprendido Nicole Garcia con su “El sueño de Gabrielle” (“Mal de pierres”, 2016, en Movistar Drama). Quizás parte de esas buenas sensaciones vengan de que hizo la adaptación de la novela que le sirvió de base, el guión y diálogos con Jacques Fieschi -con quien también hizo los guiones de sus mejores películas, por ejemplo, Claude Sautet-), aunque la conclusión ofrecida de la historia me ha parecido, la verdad, bastante cogida por los pelos. Pero también me ha sorprendido agradablemente ls película por cosas ajenas al guión:
En todo su planteamiento hay cosas que me ha gustado cómo están rodadas y presentadas: ese inicio con la familia en el coche años 50 (foto) yendo hacia Lyon, por ejemplo, con esa apertura de tuper y reparto interior del picnic o bien luego el paso junto al río en la ciudad. Unas escenas de un tiempo “presente” que sirven para dar pie al largo flashback de un amour fou que constituye, básicamente, la película.
Poco después esa escena con ella (Marion Cotillard) haciendo penetrar el frescor del río en su cuerpo, sobresaltado por primeras sensaciones románticas amorosas. O, un poco más allá, los campos de lavanda cuidados por trabajadores españoles, con todo de zumbidos de insectos a su paso (otra foto).
Según su familia, Gabrielle tiene problemas de los nervios, a los que ven una solución en una boda con el callado republicano español (Alex Brendemühl). Nicol Garcia la presenta a ella junto a una puerta en la oscuridad de un granero. Fuera, en espacio lejano, reducido por el marco de la puerta, la luz, el campo.
Más adelante esta misma composición se repite: Es así, espacio de luz limitada por una densa y oscura pared, como ve también por vez primera al personaje de Louis Garrel (otra foto colgada), o cómo filma el mar como un posible horizonte, entre dos edificios.
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