martes, 11 de agosto de 2020

Heimat ist ein Raum aus Zeit

Una de las páginas (deben pasar durante unos veinte minutos del film) con la relación de deportados.

El borrador de carta que escribe un bisabuelo de Heise a las autoridades que le han notificado represalias por ser su mujer judía.

Bastante cansado de lo anodino que resulta lo que en general se puede ver actualmente por los pocos cines abiertos, por televisión y por plataformas, me he liado la manta a la cabeza (es un decir: con los calores actuales lo que he intentado es mantener una cierta temperatura a base de aire acondicionado) y he visto de un tirón las casi cuatro horas de “Heimat ist ein Raum aus Zeit” (Thomas Heise, 2019; Atlántida Festival en Filmin).
La estética del documental es bastante uniforme. Unos movimientos de cámara van recorriendo muy lentamente espacios y hasta fotografías, o bien la cámara permanece fija ante entornos actuales, bastante anodinos, o bien ventosos paisajes, bastante desolados, con mucha presencia de parajes ferroviarios secundarios. Pero esas imágenes sólo en ocasiones guardan alguna relación sensorial con lo que una nunca alterada voz masculina (que se ve que es la del mismo Heise) va leyendo, que es lo que realmente rige el film.
¿Cómo harías una película para hablar de tu familia, íntimamente ligada con el devenir de tu país y del último siglo transcurrido? Hay quien lo hace montando una ficción (o un documental) con héroes, traidores y víctimas. Thomas Heise lo hace a partir de una selección y presentación de escritos y notas de sus familiares, pero sobre todo de las cartas que se fueron intercambiando entre ellos durante los últimos cien años.
Así, el film empieza con un escrito del Dr. Wilhelm Heise en 1912 que relata, extendiéndose en ello, lo despreciable y las desgracias de todo orden que suponen las guerras (si bien hay que oír la coda final que incluye), pasa luego por la ascensión del anti-sionismo que llegó hasta el bárbaro extremo de los primeros años cuarenta (y la familia de Heise era en buena parte judía), más tarde por los bombardeos de Dresde, a continuación por el control político desarrollado en la DDR y llega hasta nuestros días, tras la eliminación del socialismo y la desorientación absoluta aportada por el consumismo.
Para mí el trozo más emotivo de todo el film corresponde, sin dudarlo, a los intercambios epistolares de familiares de Heise que van dando cuenta, explicándoselo unos a otros, de todo el proceso de progresivo acoso sufrido por los judíos en Alemania, hasta llegar a un dramático silencio, tras su inclusión en un lejano campo de exterminio. Mientras Heise va leyendo una tras otra las cartas intercambiándose noticias, cada vez más cortas, alarmadas y llenas de un impotente amor familiar, una enorme relación de nombres y direcciones de deportados va desfilando lentamente, en multitud de hojas, por la pantalla. Al menos tres nombres están subrayados.
En general todos los fragmentos de cartas leídos están muy bien escritos, conteniendo muchos de ellos una reflexión política de gran profundidad y un alto nivel intelectual, lo que hace pensar si se tratará realmente o no de cartas y notas familiares o bien cosas escritas para la ocasión, pero veo que Heise explica por ahí que sí, que encontró una caja con la correspondencia guardada por su abuela de la época nazi y, por otra parte, se ve que su padre, Wolfgang Heise, fue un notable filósofo de la Alemania del Este.
Es este “Heimat Is a Space in Time” un documental que no se puede ir recomendando por ahí como quien reparte chocolatinas, porque su visión requiere realmente un esfuerzo de concentración grande, pero si se le dispensa, aporta, lo digo con sinceridad, grandes compensaciones.
Monumento enorme a la correspondencia, por momentos más con aspecto de pieza de museo de arte contemporáneo que de película, el documental presenta un final en el que Thomas Heise no lee a su familia, sino que habla por sí mismo. Es un final con cierto tono irónico, pero realmente desolador. De alguien que, como no puede ser de otra manera, no encuentra acomodo en nuestro siglo.




 

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