viernes, 21 de agosto de 2020

Tren nocturno a Munich

Los protagonistas.

Y los comparsas. Un par de aficionados al deporte británicos en inoportuno viaje por Alemania.

Pues yo también he visto ahora “Tren nocturno a Munich” (Carol Reed, 1940; en Filmin) y me lo he pasado la mar de bien viéndola.

El libro de Deyan Sudjic “La arquitectura del poder” empieza describiendo la audiencia que Hitler concedió al presidente de Checoslovaquia antes de la invasión de ese país. En ella todo fue escenificación del poder, contra el que el pobre visitante nada pudo hacer. La película empieza con una escena que -aunque no sea en Berlín-, la recuerda.
Tras este preámbulo casi documental, la más apasionante película de intriga, mezclada con buen humor, se sucede. Todo servido por una trama y acciones totalmente increíbles, pero eso es lo de menos.
Alguien señaló recientemente las conexiones del film con “Alarma en el expreso”. Realmente, la para mi mejor encontrada pareja de personajes del film, esos divertidos británicos de viaje por Alemania y preocupados por sus palos de golf cuando su país entra en guerra con Alemania, parecen surgidos de la película inglesa de Hitchcock.
“Tren nocturno a Múnich” se hizo en Gran Bretaña en 1940, y el año es sumamente importante para su valoración. Hay otra película -en este caso norteamericana, “To be or not to be”-, un par de años posterior, con la que también se relaciona alguna escena. Todo es de un felicísimo pero eficaz cartón-piedra y los disfraces y papeles de soldados de la gestapo -tan inverosímiles como la trama- aparecen aquí de forma tan teatral como en aquella.

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