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El cartero ¿de Bonnieux? |
Los amigos con los que he ido a ver "Visages, villages" (Agnes Varda, JR, 2017) se han enfadado un poco conmigo cuando les he soltado mi sentencia saliendo del cine: "En algún momento me ha recordado a los anuncios de compresas de Isabel Coixet, pero está bien".
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La última habitante del grupo de casas de mineros, emocionada. |
A continuación me han llovido críticas por mi carácter extremadamente cínico, recalcando entonces ellos los valores positivos -por otra parte evidentes- de la película, como ese dinamismo de una realizadora que sigue haciendo sus juveniles films a una edad que ya no es precisamente juvenil, esa mirada a la fugacidad de las cosas (con por ejemplo su retrato de Guy Bourdin efímeramente visible en un búnker alemán caído a la playa desde un acantilado de Normandía), su constancia en el (amable pero firme) combate feminista, etc.
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El retrato que le hizo Agnes Varda a Guy Bourdin, en el búnker caído. |
Para congraciarme, yo he añadido al saco de las bondades otros cuantos elementos que hacen decantarse claramente la balanza hacia uno de sus lados, como esa incitación a la visita de varios lugares que quiero precisamente visitar o ese mantenimiento del plano bastante más que lo normal sobre la cara de uno que se prejubila precisamente ese día, y que a la pregunta sobre qué va a hacer el día siguiente dice algo así como que no sabe, que es consciente de que va a dar un salto en el vacío.
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La tumba de Henri Cartier-Bresson, entre la lavanda. Al lado, la de su mujer, Martine Franck. No es una imagen del film. |
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Los dos autores, con sus gafas oscuras y pelo de color, delante de una cabra a la que, desgraciadamente, el cuadro ha cortado sus cuernos |
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