Charles Tesson comentó ayer la muerte del realizador Philippe Collin, destacando su elegancia y sentido del humor, y Jacques Aumont, haciéndose eco de la noticia, recomendó en el mismo hilo ver su “Les derniers jours d’Emmanuel Kant” (1994), que se encuentra fácilmente por la red.
Se trata de una sucesión de estampas del Kant ya viejo, pero muy satisfecho de sí mismo, dejando claro su espíritu meticuloso y difícilmente soportable. Una asistente a un reciente curso sobre él me explicó que se decía que era tan metódico que la gente, cuando lo veía pasar para su paseo matutino, sabía inmediatamente la hora que es, y en efecto, al poco de comenzar la película, tenemos, como de pasada, sin hacerlo explicito por los diálogos u otro método trillado, la plasmación plástica de ello.
Está producida por la Sept y el INA, que tanto hicieron por un determinado tipo de cine francés muy interesante, y que tanto se echan de menos actualmente.
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