Tras comentar las últimas películas de Claude Lanzmann, vistas hace nada en el ciclo que le dedicó la Filmoteca, me recomendaron “Ziva Postec. La montadora de Shoah” (Catherine Hébert, 2018), que comprobé estaba en Filmin y vi anoche.
Veo el documental como el resultado de juntar varias películas en él, y no estoy seguro de que sea estrictamente lo que en él se habla de la gestación de “Shoah” lo suyo que más me interese. Como mínimo no todo ello.
Una primera película seria la que tiene a Ziva Postec, los años pasados, narrando su propia vida. Israelita que huye de su país al sentirse prisionera en el mismo, conoce en Francia y se casa con un director de teatro. Conviene oír el relato de su boda y vida con él, porque ahí reside una de las más fuertes sensaciones de pérdida que trasmite la película.
Ejerció de montadora para directores como Resnais, Welles, Mnouchkine o Melville, para finalmente dedicar seis años de su vida a montar con Lanzmann las 350 horas de entrevistas que éste había grabado para su “Shoah” en lo que ella comenta con una sonrisa retrospectiva fue “la cumbre de su carrera”.
La parte que no me dice casi nada es la rodada en los archivos de Washington, donde se guardan centenares de latas de grabaciones originales del film. Posee hasta otra estética que la rodada en Israel y no digamos que los rushes de base. Hasta parece rodada y montada por otro equipo.
Sobre Shoah, de creer lo que se oye dicho por ella misma en el documental, sería Ziva Postec la que hizo, tras tres años de montaje, volver a Lanzmann al este de Europa para rodar el aspecto contemporáneo de lo que habían sido los campos de exterminio nazis, que tanto caracterizan la obra maestra sobre el holocausto. Y también quien contestó al director (“periodista”, le llama en un momento) su pregunta, explicándole de qué iba la película que estaban montando:
-Sobre la muerte, sobre el sistema industrial de producción de muerte puesto en marcha por los nazis.
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