Me ha resultado excepcional el inicio de “Ryuichi Sakamoto. Coda” (Stephen Nomura Schible) y notable en su totalidad. Confieso que conocía bien poco previamente sobre Sakamoto, excepción hecha de sus bandas sonoras para películas de famosos directores. Esta “Coda” realza, a mi modo de ver, la trascendencia de su postura política y social y de su obra.
Explico lo que me ha resultado excepcional. En el norte del Japón ha habido el terremoto y tsunami, con el conocido desastre de la Central Nuclear de Fushiyama. Sakamoto visita la zona, totalmente devastada, y va al encuentro de un piano que le han comentado ha sobrevivido a todo eso. Cuando se acerca en coche a la zona, en una población le recibe un arco de obra que tiene una inscripción: “Energía nuclear para un futuro brillante”…
El piano ha sobrevivido flotando en el agua que invadió la pieza en la que se encontraba. Emite sonidos, pero está seriamente maltrecho. El paralelismo que el espectador puede establecer con el mismo Sakamoto, que en la escena siguiente explica que le detectaron un cáncer, deja impresionado.
Tras este inicio descrito, el resto del documental alterna el repaso que el propio Ryuichi Sakamoto hace de su obra (hablando de sus viajes y preparaciones de bandas sonoras de films, de los que vemos amplias secuencias) y sus declaraciones sobre hacia dónde quiere enfocar su trabajo tras el parón que le supuso su descubrimiento del tumor que, finalmente, acabó con su vida el pasado 28 de marzo.
Tras admirarse de la utilización que hace de Bach Tarkovski, confiesa que le gustaría hacer música como él elabora sus bandas de sonido, muy atento a todos los ruidos de la naturaleza.
En otro momento de sus últimas búsquedas, se dice atraído por encontrar el sonido permanente, a lo que, evidentemente en relación con su situación, añade que seguramente eso esconde una metáfora sobre la eternidad…
Asistimos por el final al reflejo de su compromiso con los temas medioambientales, contra la guerra de Irak y su reacción al mazazo por los hechos del 11S: tras una semana sin oír en Manhattan ni una sola música, uno se puso a tocar la guitarra -Yesterday- junto a la zona cero.
La coda de la Coda nos lo muestra con su propósito de tocar música cada día que se quedaba. Se dice que necesita calentar sus dedos y se pone a interpretar al piano a Bach.
Muy recomendable.
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