Andaba yo un poco desanimado, poniéndome una u otra de las películas que pasan ahora los festivales en plataformas y disintiendo al poco rato, por disgustarme lo que estaba viendo o por creer que era un poco más de lo mismo y no tenía ganas de verlo otra vez.
Antes de abandonar por completo, he probado la que me había quitado de la cabeza, pasando de ella, al principio de todo. Se trata de “Stray” (Elizabeth Lo, 2020, en Filmin hasta media tarde del martes 24, dentro de la programación del Festival de Gijón) y es simplemente el seguimiento de unos cuantos perros callejeros de Estambul, una ciudad que, según explica un cartel al inicio del film, debido a la reacción popular de sus habitantes ante las cruentas matanzas de perros callejeros que hubo históricamente, debe ser la única del mundo cuyo ayuntamiento tiene prohibido sacrificarlos o, aunque sea, siquiera encerrarlos.
Así pues, ya nos vemos haciendo el seguimiento, a altura de cámara perruna, de perros callejeros -y especialmente una perra bastante joven, protagonista absoluta de la función- por Estambul. Frecuentamos con ella casas abandonadas, descampados, pero también el centro de la ciudad, incluidos el puente de Gálata o la Avenida Istiklâl, en pleno centro de la ciudad moderna. Entre jornadas caninas, un cartel nos presenta alguna frase de Diógenes u otros pensadores clásicos, que enmarca y clarifica la siguiente escena.
De pasada, nos hemos ido enterado de que en la capital turca hay una serie de mujeres que no se resisten al papel al que el gobierno actual quiere limitarlas o de que en la ciudad viven cantidad de inmigrantes huidos de la violencia en sus países de origen y unos cuantos jóvenes también inmigrados (como los sirios que se encariñan con el cachorro Kartal) que llevan una vida, entre juguetona y salvaje, que no difiere grandemente de la de los perros callejeros objeto de nuestra observación.
El trailer:
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