Reikichi Mayumi alcanza a su amada Michiko en una estación de tren. Han pasado muchos años sin verse. Se miran y reconocen. Consiguen apartarse de la multitud. La cámara los observa en el andén, a una media distancia. Por un momento una franja negra -quizás una sombra del pasado- tapa la cara de ella para, después ya sí, quedar enfrentados los dos, muy excitados, bien encuadrados por lo que debe ser una ventanilla del tren. Hay un racord entonces hacia ellos de niños y empieza un flashback.
Ayer la Filmoteca reemprendía sus programas y pasaba por fin, tras varias penosas readaptaciones a las normas anti-coronavirus de sus horarios, la primera película de Kinuyo Tanaka, “Carta de amor” (1953), con guión de otro gran realizador, Keisuke Kinoshita. Brillaba el aviso de “agotadas las localidades” en las taquillas, y es que, aunque es verdad que era la sala pequeña y estaba limitada su capacidad al 50%, dígase lo que se diga no hay como ver buen cine en pantalla grande, pese a que en este caso la copia de la cinemateca de Tokio dejaba bastante que desear.
Es impresionante la primera mitad de este film de esta mujer que pasó a la dirección después de intervenir como actriz en películas de todos los grandes maestros japoneses. Hay pocos films urbanos así, que retratan un Tokio rebosante de actividad, con el enorme tráfico de sus modernas avenidas y sus callejones diurnos comerciales y de juerga nocturna en plena ebullición...
En medio del ajetreo de la gran ciudad, vemos a Reikichi preocupado, buscando el rostro de su secreta amada, intentando contentar a su dinámico hermano pequeño disponiéndose a aportar dinero, trabajando en una ocupación con futuro, en un país con la reciente guerra como eterno trasfondo.
Luego la película adopta, frente al dinamismo y hasta buen humor de toda esa primera parte, un tono de melodrama muy hundido en la culpa por la prostitución, pero aún así contiene escenas magníficas, como el encuentro del hermano con Michiko bajo la lluvia o la escena cumbre en el parque entre los dos principales protagonistas, en medio de una niebla empeñada en separarlos. Y, ademas, en otra escena urbana aparece, en un papel de extra sin diálogo, nada menos que Chishu Ryu.
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