jueves, 26 de noviembre de 2020

La luna se levanta

 



Chishu Ryu y sus tres hijas, en ceremonia celebrando el segundo aniversario del fallecimiento del marido de la mayor.

En “Primavera tardía” (1949), uno de los films de Ozu que hablan de la alegría del padre por haber encontrado un buen futuro a sus hijas y, a la vez, la soledad que con ello se le deriva, Chishu Ryu, ya sólo en su “jardín abandonado por los pájaros”, pela lentamente con un cuchillo, muy pensativo, una manzana, en uno de los planos más bellos de la filmografía del director japonés.
En “La luna se levanta” (1955), la actriz de -entre otros- Ozu, Kinuyo Tanaka hace aparecer a Chishu Ryu en ese mismo proceso y hay también una escena de una monda de manzana como en aquella, sí bien es otro personaje el que actúa y se prepara para comérsela.
Ayer, en la Filmoteca, en esta ocasión en la sala grande, en la que han colocado un adhesivo rojo butaca si, butaca no, correspondientes al 50% de aforo permitido, pudimos asistir a la proyección de su film posiblemente más amable, casi una comedia romántica, que deja bien claro, sin embargo, el dominio del paso del tiempo.
Una vez más asistimos a la típica trama de aficiones casamenteras tan apreciada por los japoneses de los años 50, esta vez con un tono francamente festivo y hasta muy divertido. Quizás todo resulte más moderno que en Ozu, pues las casamenteras parecen tener más poder de decisión y el punto de vista que parece primar es la de la hermana más jovencita, pero aún así, como en otras películas de Tanaka, se detecta el peso del pasado (el marido de la hermana mayor fallecido, la guerra que ha ocasionado una postguerra en la que el paro está ultrapresente,...) y, muy sutilmente, ese paso del tiempo que se va colando como auténtico protagonista.
A la luna llena del título, por cierto, se la ve aparecer y levantarse en el cielo en dos o quizás tres ocasiones, dando pie a un par de paseos a su luz que insuflan, según visto, un gran poder poético.

La menor. Muy juguetona, pero ya con 21 años.

No quiero aparentar la clarividencia que no tengo. Me metí un lío morrocotudo, pues me costó un montón saber que eran tres hermanas, y no una madre y sus dos hijas, o, por ejemplo, que estos dos no eran hermanos entre sí.

La hermana mediana y la pequeña.

Y el padre con la mayor.



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