lunes, 30 de noviembre de 2020

Palabras para un fin del mundo




Hemos decidido volver a las salas de cine, asumiendo todas las consecuencias. Unas cuantas de estas consecuencias, no se crea, son duras de asumir. Vierto aquí algunas de ellas, comprobadas ayer:
-El precio de la sesión. 14,60 euros nuestras entradas (siendo día del espectador...), precio con el que podemos tener acceso a ver un montón de películas durante tres meses de determinadas plataformas.
-Tener que tragarse un emotivo anuncio sobre el cine español, que después de eso solucionará todos sus problemas.
-Ídem sobre otro spot de la cadena de cines, buscando la lágrima fácil sobre lo bonito que es ir al cine y la hermandad que se logra con ello.
-Tres transparencias (¡tres, largas, con mucha letra cada una!) en las que pueden (y deben, porque estás a oscuras y no hay otra cosa a hacer) leerse las medidas que la cadena ha tomado para salvaguardar nuestros cuerpos del famoso coronavirus.
Luego empezó la película y estuve a punto de irme, porque me vi encima otra -muy pesada- consecuencia. La película era “Palabras para un fin del mundo” (Manuel Menchón, 2020). Explico: Siento una cada vez mayor aversión ante ciertos excesos autorales, buscadores descaradamente del efecto, en documentales. Y aquí oyes la voz de José Sacristán haciendo de Unamuno, como la de otros actores haciendo de otros personajes, cada uno con su entonación de representación concienzuda. Pero no sólo eso: has de ver reportajes de época en los que se han coloreado de rojo (o en plan bicolor o tricolor la española) banderas entre las masas; soportar efectos de quema parcial de fotografías; ver cazas brutales de conejos, presos de las mandíbulas de las comadrejas en una metáfora sangrante; todo de cosas así que intentan, supongo, aportar dinamismo y “modernez” al resultado, para mantener atento al espectador, sin sospechar, parece, que algunos preferiríamos, casi exigiríamos, la más sencilla desnudez de lo que se quiere trasmitir.
Haciendo un buen esfuerzo, logré abstraerme de todo eso -que se reproduce durante todo el metraje del documental- por el gran interés que presentan para mí las cosas de Unamuno. Tuve entonces premio: salen entonces victoriosos los detalles correspondientes a investigaciones y descubrimientos recientes, y hasta un fuerte interrogante dejado ahí, abierto, a su término. Justo lo que deseabas, lo que buscaba yendo a ver la película.
Seguiremos. Ya tenemos programada al menos una nueva sesión de cine en sala para esta semana.


 

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