Si alguien gusta, como me pasa a mí, del cine con fotografías dentro, que sabe extraer historias de ellas, supongo que gustarán de esta película, o al menos de su primer tercio, en el que unas fotos antiguas, la mayoría maltrechas, van dejando ir trenzando una historia especial, la de la biografía familiar y personal de la fotógrafa y relojera Benjamina Miyar, de Corao, en Asturias, al pie de los Picos de Europa.
La película en cuestión es “La calle del agua” (2020), de Celia Viada Caso, alumna del Máster de Documental de Creación por la UPF. Pero quien lo quiera ver deberá esperar, porque tras su visión anoche observé que Filmin anunciaba que se dejaría de ver a las 23.59 h. Decía eso y que había ganado no sé cuántos premios en el reciente Festival de Gijón y, entre ellos, el del público, alejando así cualquier peligro de gusto elitista.
En la película hay fotografías comentadas, recreación de filmaciones documentales de la época y calladas filmaciones actuales, rodadas para la ocasión en las casas del pueblo asturiano, con alguna de sus actuales habitantes, pero sin que se oiga otra voz que el casi susurro de la narradora, la propia realizadora.
Hay, suelto yo, dos formas de aproximarse a la película: una es considerarla el resultado de los esfuerzos efectuados por su autora para rescatar la figura de esta mujer especial, de la que poco se conoce hoy en día.
Otra sería considerarlo un inteligente mecanismo ideado para hablar de mujeres fuera de la norma, tan ocultadas por la historia, de los maquis y la represión posterior a la guerra civil y, en definitiva, de como el velo del tiempo se ido superponiendo, ocultándonos mucho más de lo que sospechamos.
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