jueves, 10 de agosto de 2017

Huevo



Un plano de la nuca de Ayla en "Huevo" (Semih Kaplanoglu, 2007). En Hitchcock, un plano así decían que identificaba a un falso culpable. Aquí el plano, que es en realidad mucho más vistoso que lo que indica la fotografía que me vi obligado anoche a hacer al no encontrarlo por la red, es un plano subjetivo -vemos lo que mira Yusuf- y yo diría que viene a denotar por un lado sorpresa por esa presencia y, por otro, el despertar de un deseo.

Debería, de hecho, haber cogido el plano completo, y no sólo está imagen. Ayla y Yusuf están en un momento de reposo - entendemos luego- en el patio de la casa de la madre de este último, que se ha desplazado al pueblo desde Istanbul al saber de su muerte. Tras el entierro, dudoso, se mueve de un lado a otro sin saber qué hacer por ese pueblo que odiaba, del que se fue de joven sin nunca regresar. En la destartalada y que creía ya vacía casa familiar, encuentra a Ayla, una lejana pariente que ha cuidado cariñosamente a su madre en los últimos años.

Ayla le prepara silenciosamente comida, le quiere hacer cumplir un deseo de la fallecida y sólo habla con él por cuestiones prácticas, operativas. De hecho, uno diría que sólo se comunica con él a través de su sonrisa. La casa se va destartalado poco a poco, y sólo Ayla parece mantener su débil equilibrio. Ha estado limpiando el patio, quizás él le haya ayudado, o quizás ha salido en ese momento de la casa, tras desayunar. El caso es que a la escena en que ella barre con unas ramas el patio le sigue un corte, y entonces vemos, algo borroso, un muro abierto y una planta. La cámara desciende y topamos entonces, en primer plano, con la nuca de Ayla, que gira un poco la cabeza a la derecha, como pensativa, y la devuelve a su posición original.

Digo yo que en los diálogos silenciosos entre los dos, está visión de esa nuca le ha dicho a él mucho más que muchas frases.

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