sábado, 26 de agosto de 2017

La sexta parte del mundo



Es magnífico eso de tener al alcance de la mano, casi sin estirar siquiera el brazo, obras de entre las más reconocidas de la historia del cine. Es el caso de "La sexta parte del mundo" (Dziga Vertov, 1926), que la Filmoteca Shangrila tiene en su catálogo libre, en Vimeo, si bien con una copia no tan espléndida como tiene por costumbre, y en cambio con una música cargante, que está a punto de hundir la sesión (la dicha nunca puede ser perfecta).
La primera media hora de la película es arrolladora. Uno se da cuenta viéndola que, por un momento, la vanguardia artística y la política coincidieron. Sus intertítulos, muy frecuentes, escritos con letras enormes, hacen pensar en poemas vanguardistas. Pautan imágenes que confrontan "la cadena de oro del capital", del capital entreteniéndose (joyas, bailes burgueses, cafés,..) con otras de un mundo del trabajo en el que todo seguía igual.

Pero la revolución del 17 -siguen los carteles- propició una nueva sociedad y "tártaros, burriatos, uzbekos, Calaucos,...", todos los diferentes pueblos de la extensísima URSS; los habitantes de Daghestán, los de la Taiga siberiana (y entonces vemos un cazador marcando el camino con el hacha en un abedul de la misma forma que nos explicaba Herzog hace poco que lo hacían),... han abierto el camino para una nueva vida. "Todos vosotros (los enumerados y mostrados en la pantalla) - dice la película- sois amos del territorio soviético, la sexta parte del mundo."
Rompiendo los hielos para que otros barcos puedan llevar los bienes necesarios a todo el territorio.
Ellos cultivan cereal, pescan peces, obtienen pieles... que se venden a Occidente a cambio de máquinas para fabricar máquinas (en frase de Stalin). Ni que decir tiene que al final veremos en pantalla, en otro montaje que incita al optimismo, el provecho sacado de este intercambio, que hace a la URSS ya "ser observada por toda la clase trabajadora del mundo occidental y oriental."
Uno se imagina a los equipos de cine yendo por toda esa vasta, interminable tierra, a rodar y captar las actividades de sus pobladores, captando más tarde esos cambios, y luego a Vertov efectuando un montaje alternado, y hasta combinando -aunque no abuse de ello- dos o más escenas al mismo tiempo en la pantalla.
Leyendo el periódico

Lamentablemente, este año, en que se cumple el centenario de la revolución de 1917, ya a nadie del pueblo llano de la antigua URSS le dirán, me temo, que todo lo que se ve y obtiene en esa sexta parte del mundo le pertenece.

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