miércoles, 16 de agosto de 2017

La inhumana

El impresionante decorado de la sala de recepciones de la diva.

"La inhumana" (Marcel L'Herbier, 1924. En Filmoteca Shangrila Vimeo, y van...) ha pasado a la historia del cine por sus decorados (realizados por gente como Léger, Cavalcanti, Autant-Lara o el arquitecto Mallet-Stevens) y su estilo global, deudor de la vanguardia artística de entreguerras.

El ingeniero sale de la casa de la diva, ante la presencia de uno de los criados a los que se les ha privado de expresar otro sentimiento que el denotado por la sonrisa de su careta.

Fuera de la casa, coge su bólido.

Y lo conduce angustiado.

Su trama tiene algo de cuento. De hecho, un cartel inicial ya avisa de que se trata de "una historia feérica vista por Marcel LHerbier". Una diva, cantante de éxito atronador -"y mujer extraña"- que recibe el sobrenombre de "la inhumana" por su aparente falta de sentimientos, ofrece en su modernísima mansión ("dominando la ciudad", dice un intertítulo, lo que da pie a que la cámara nos de un paseo espectacular al borde de un río) una fiesta a la que acuden lo más granado de la sociedad intelectual y artística. En la fiesta, servida por todo un conjunto de impecables camareros cubiertos con una careta que perpetúa su sonrisa, la diva comunica que tiene intención de irse a conocer mundo "a no ser que alguna cosa (y ahí una aviesa mirada suya a sus admiradores) la retenga. Esa "quelque chose", escrita con todas sus letras, vuela por el ambiente entre las cabezas del revolucionario de salón, el fakir, el filósofo... y el realmente enamorado ingeniero y avanzado científico, conductor de un bólido y propietario, a su vez, de otra sofisticada y moderna casa, lo que a su vez da lugar a que veamos otras de las más espectaculares escenas siguiendo su recorrido a la carrera en carreteras arboladas, mostrando la velocidad mediante sobreimpresiones, en contraste con la aparición de una más que tradicional tartana y su joven pero salida de otro mundo ocupante, y a que veamos también otras escenas de su futurista laboratorio, llegado el momento en acción mediante nuevas sobreimpresiones y montajes acelerados).
La no menos manca casa del deportivo ingeniero.

El laboratorio de la casa del ingeniero.

La diva y el ingeniero en el laboratorio de este último, capaz de los avances técnicos más impresionantes en el mundo de las comunicaciones audiovisuales.

Como la película es muda, a ella no se la oye cantar, y uno se pregunta entonces qué, al margen de sus evidentes bienes patrimoniales, causa que una mujer con tan pocos atractivos cause la sensación que causa entre los hombres, que caen rendidos ante ella. Un amigo me resolvió ayer mismo la mayor incógnita que envuelve a la película: La actriz que la encarna fue la productora de la película.

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