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Las torres medievales que cortaban el paso a los visitantes indeseados. |
Georges Sadoul veía a "La sal de Svanetia", o "Sal para Svanetia" (Mikhail Kalatozov, 1930: Una nueva incorporación al catálogo de la Filmoteca Shangrila en Vimeo, que está de un generoso que se sale) como un alma gemela de "Las Hurdes/Tierra sin pan" de Buñuel. Claro que luego he mirado el libro sobre el cine ruso y soviético de Jay Leyda, y éste ya decía lo mismo.
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Un par de paisanos hacen pasar el liviano puente sobre el río a sus cabalgaduras, que se resisten.
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Es verdad que ambas hablan de las malas condiciones de vida y del retraso secular de las poblaciones de dos zonas geográficas aisladas, incomunicadas con el progreso, pero al margen de eso no veo demasiada similitud en cuanto a realización se refiere, que se apoya en ésta en muchos planos inclinados y montaje "soviético" de los que la de Buñuel, a mi entender, carece. Eso al margen, seguramente me siga quedando con "Tierra sin pan", a la que estimo enormemente, pero esta "Sal para Svanetia" me parece otra película de esas a ver obligadamente (pero para disfrutar viéndola, claro).
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Si quitamos la inclinación de la roca podríamos pensar que se trata de "Hombres de Arán", pero son dos habitantes de la zona rompiendo la pizarra para arreglar el techo de los edificios junto a las torres.
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Esquilando a un niño como antes ha hecho con una oveja.
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Supongo que para evitar problemas en su primera película, Kalatozov, que se hizo famoso en Occidente por su mucho más amable "Cuando pasan las cigüeñas" (1957), saludada como muestra temprana del deshielo, coloca un cartel de apertura con una frase de Lenin que justificaría todo lo que se descubre después, y acaba con un final triunfalista, con todo de hominus sovieticus, en un alarde de fuerza física, construyendo la carretera que va a acabar para siempre con el aislamiento de Svanetia.
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Esquilando a un niño como antes ha hecho con una oveja.
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Para hacer fuerza con su peso durante la trilla del escaso cereal, una mujer coloca a su bebé en la cuna encima de la plataforma, y se coloca a su lado, tejiendo.
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En medio, con rompimientos a base de los indicados planos inclinados y trepidante montaje, con composiciones osadas y claroscuros, con primerísimos planos a personas, animales y cosas que quiere mostrar en detalle, Kalatomozov habla de los primitivos trabajos y de la auténtica miseria de la región, rodeada de unas enormes y nevadas montañas, y para ello echa mano de la falta de sal que acusan todos los animales, que lamen con fruición las piedras donde ha meado un pastor, para poder consumir así el mínimo de sal disuelto en la orina. Y habla, claro, de una religión que hace mantener unas tradiciones propias de "Lejos de los árboles".
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La iglesia esquilma económicamente a los parroquianos, y les mantiene en la ignorancia, atados a unas tradiciones criminales.
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