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Plano central en la Bolsa. Son personas, y las desiguales piezas blancas, papeles lanzados por los agentes de bolsa al suelo tras sus operaciones.
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Dice Georges Sadoul -quien ni siquiera la selecciona para su pequeño diccionario de cine como una de las grandes obras de la historia del cine- que "L'argent" (Marcel L'Herbier, 1928) se estropeó por exceso de medios. No cabe duda de que los medios estaban ahí, con esa ingente cantidad de actores y extras en las escenas de masas -sobre todo en La Bolsa y la Banca Universelle, o esos impresionantes decorados denotando el lujo moderno de la época, pero cuando se emplean así no creo yo que pueda hablarse de exceso.
Todos sus decorados tienen un juego esencial en la trama, constituyendo buena parte del éxito de la puesta en escena:
- La actividad voraginosa de la Bolsa se capta en varias ocasiones en planos cenitales. Por cierto que cuando el avión acaba despegando, hay unos planos de la tierra y personas sobrevoladas, que se intercalan con los del hormiguero humano de la Bolsa, porque es de eso, del dinero, de lo que esa aventura trata realmente trata, y no de la angustia de su mujer ante las 40 horas de vuelo que le esperan al piloto.
- La colocación de la cámara muy baja hace resaltar el suelo adamascado y la sensación de salón de los mil pasos, de indeterminada espera de los que van a ver al gran financiero.
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La cámara muy baja,cercana al adamascado suelo, el en salón de los pasos perdidos.
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- Los anuncios luminosos nocturnos de la ciudad -que hablan todos de dinero- provocan agoreras sombras en la estancia casi palaciega interior con la que Saccard ha ido abriéndose paso hacia Mme Hamelin, una posición que ahora intenta rentabilizar.
- En otro momento, ella, tras salir corriendo de los brazos de Saccard, abre sucesivamente dos puertas correderas, mientras que L'Herbier recoge la huida con un travelling acelerado hacia ella, que acentúa de forma muy efectiva la sensación de huída y el paso a la toma de aire del exterior.
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Llegará Saccard, y la luz de los anuncios exteriores se convertirán en sombras sobre los dos cuerpos que están en este descomunal salón.
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- El dinero y el lujo que éste proporciona es lo único que puede distraer a Saccard de su atracción, de ese amor a primera vista, con Mme Hamelin. Unas escenas que ponen en evidencia la potencia visual y modernidad del decorado de la casa de la baronesa -interpretada por Brigitte Helm, la actriz de "Metrópolis-nos presentan a esa sofisticada vampiresa desarrollando todas sus artes para conseguir sus propósitos.
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La sofisticada vampiresa, en su lujosa casa, postrada y haciéndose postrar a Saccard en un mueble bajo.
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Las modernidades del apartamento de la sofisticada baronesa.
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Y todo esto mezclado con otros elementos no tan basados en el decorado, pero también esencialmente cinematográficos:
- Las intrigantes conversaciones de un primer plano, separándolas del ruido de fondo de toda la multitud mediante el ligero desenfoque del segundo plano.
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El despacho del pulcro Gundermann, que ha recibido a la baronesa.
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- Sobreimpresiones que nos dejan ver los deseos de Saccard. Él acariciando la sedosa combinación de ella, imaginándose que envuelve a su cuerpo, es una de ellas, pero no la única.
- Pasos a ritmos de campanas sonando.
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El pulular de la gente por el banco.
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- El acierto de guión de lo significativo de un Hamelin perdiendo nada menos que la vista o hacer que esa supuesta caída del avión provoque a su vez la caída de La Bolsa, como dos imágenes inseparables.
La irónica escena final, sin mucha parafernalia de decorados, pero que cuestiona las certezas sobre el triunfo sobre el dinero, quizás sí gustó a Sadoul.
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