Lo ha dicho, como siempre divertido, el mismo Jean-Claude Carrière en la presentación de “Liza” (“La cagna”, 1972) en la Filmoteca, en homenaje a los ya 20 años de la muerte de Marco Ferreri: Escribió el guión sin saber nunca de qué iba. Si se lo preguntaba a Ferreri, sólo obtenía silencios, o sonidos guturales, por respuesta. Sólo en una ocasión se avino Ferreri a dar explicaciones, aunque fue únicamente una palabra, muy bien deletreada: “Bestialità”.
De lo que tienen las personas de comportamientos animales sí que va “Liza”, pues Catherine Deneuve sustituye a la perra de Marcello Mastroianni en la isla desierta a la que va a parar ella durante un rodaje, sientiéndose atraida por ese dibujante de cómics alejado de todo, que se presenta como Robisnon Crusoe. Pero sobre todo lo que tiene la película (además de un cierto aspecto visual algo descuidado, con sus flous, movientos de óptica, etc) es ese aire de los primeros años setenta, que parecían que iban a acabar con la familia, las relaciones humanas tradicionales, todo. Claro que lo que cuenta la crónica rosa es todo lo contrario: Ahí arrancó la relación sentimental (así se dicen estas cosas) de la pareja...
Hay un par de escenas no rodadas en la Isla de Cavallo, sino en París. Una es precisamente en el ya entonces cerrado mercado de Les Halles, cuyo agujero sería el escenario de la próxima película de Ferreri, “No tocar a la mujer blanca”, siendo la mujer blanca, precisamente....Catherine Deneuve. La otra, mucho más significativa de una época, es en el Café de Flore. Michel Piccoli le está hablando a Mastroinanni de la China (el gran tema político del momento) y de su preocupación por el “después”. No ha acabado aún la frase que encadena con otra: “¿Tú has visto lo bien que está esta negra?”
No hay comentarios:
Publicar un comentario