Pierre Brasseur y Edwige Feuillère.
Pasa por TV5Monde una película de episodios de Christian-Jaque de 1950, “Souvenirs perdus”, claro ejemplo del “cinéma à papa” denostado por François Truffaut y otros jóvenes turcos de lo que después sería la Nouvelle Vague.
Y, sin embargo, su primer episodio, “Una estatua de Osiris”, me ha parecido muy estimable. Basado en un relato de Jacques Prévert, me ha resultado una miniatura deliciosa, en la que Pierre Brasseur y Edwige Feuillére interpretan a una antigua pareja que se reencuentran por casualidad y cada uno, por no incomodar al otro, fingen ser lo que no son.
De hecho, salvo el segundo, “Una corona mortuoria”, que intenta ser una pieza para reír, los otros episodios se hacen también medianamente atractivos por variados motivos.
En el tercero, “Una corbata de piel”, Gerard Philipe interpreta a un demente con convicción y cierta exageración, en un blanco y negro muy contrastado y unos escenarios cercanos al expresionismo gracias a que Christian-Jaque mantuvo la cámara inclinada a un lado u otro durante todo su rodaje. Pero yo creo que, a parte de eso, la recordaré por descubrirme la juvenil y también de toque muy existencialista belleza de su partenaire, Danièle Delorme. Por cierto que me pareció ver en él a Fernandel en un cameo en el que hacía de Don Camilo, lo que es bien extraño, porque esa película fue posterior…
El cuarto y último episodio, “El violin”, tiene la consistencia de un chiste, basado en un relato de Jacques y Pierre Prévert, con la curiosidad de presentar, cantando y actuando, a un Yves Montand de aspecto más que canalla.
Se me olvidaba: todos los episodios tienen el nexo en común de tratarse de objetos depositados en el almacén de objetos perdidos de Paris. Un subterfugio de esos muy utilizados por un cine ya demodé.
El segundo episodio.
Danièle Delorme mira fijamente a Gérard Philipe en uno de los planos inclinados del tercer episodio y los ojos de este espectador intentan escrutar quien era y que pasó con esta actriz.
Montand, en esta escena, vestido para que no se le note demasiado ser un voyou.
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