martes, 12 de octubre de 2021

El último guión: Buñuel en la memoria


Palet Palots anunció ayer que por Filmin se encontraba este documental, “El último guión: Buñuel en la memoria” (Gaizca Urresti y Javier Espada, 2008), con una conversación entre Juan Luis Buñuel y Jean-Claude Carrière que le había maravillado.
Pues aunque creía que sí, no lo había visto nunca, posiblemente porque no da la impresión de haberse distribuido demasiado. Filmin debe haberlo incorporado de forma algo dudosa en sus fondos: varias veces pasa por la pantalla un letrero diciendo que esa copia forma parte de una edición especial reservada para los académicos de cine. Debe ser de esas que les regalan para que voten para los premios Goya.
Es, producida en parte por la televisión aragonesa, una auténtica producción viajera, que ha recorrido cantidad de lugares asociados a Luis Buñuel. Y, entre estos, muchos que raramente aparecen por la pantalla o fotografías. Se nota que los responsables de la película han sabido llamar a las puertas adecuadas.
La cosa empieza con su hijo mayor, Juan Luis, explicando su origen familiar en Calanda, tanto en la casa del centro como junto a la torre cercana al pueblo en la que vivieron y jugaron mucho tiempo.
Poco después se suma Carrière y, ambos ya renqueantes (a uno, viéndolos, se le va la cabeza de tanto en tanto pensando que ya no están con nosotros), hablando los dos entre sí en español, aunque lo habrían hecho con mucho menor esfuerzo en francés, recorren, rememorando historias, el Paseo de la Independencia de Zaragoza, entrando luego en el Teatro Principal.
El encuentro de ambos en la Residencia de Estudiantes de Madrid con Ian Gibson (como más tarde en el terrado del Círculo de Bellas Artes, para hablar de la República) se pone más bien serio, no tan trufado de anécdotas cómo surgen en otras partes del documental, que siempre aporta muy buena documentación, tanto en imágenes fijas como en movimiento.
De allí viajamos a Toledo, para rememorar mínimamente la Orden de Toledo (y luego hablar de Tristana), donde descubro que la Venta de Aires, el sitio donde siempre acababa cuando pasaba por la ciudad, sigue abierta, mientras que cuando leí recientemente un libro de Carrière que me hizo comprobarlo, vi por internet que estaba cerrada y ya la di por muerta y enterrada.
En París es grande la colección de sitios que se recuperan en el paseo: el Pasaje Jouffroy, La Closerie des Lilas, los estudios Albatros, el Studio des Ursulines, Pigalle, El Studio 28,…
Sorprendentemente luego, avisando de lo amplio de su presupuesto, se ha rodado también en Los Ángeles, con la aparición de Rafael Buñuel y familia… ¡y la casa donde vivió Buñuel en los años 40, antes de ir a México, donde el documental recupera a Carrière y ofrece la sorpresa de mostrarnos el estado actual de muchas de las localizaciones de sus películas y una combinación de gran efecto: la visita de Juan Luis Buñuel, con Carrière, a la casa familiar de Xoximilco en su estado actual, con secuencias de una pelicula que rodó el mismo poco antes de abandonarla la familia, aún con muebles y Jeanne Rucar, la mujer de Luis Buñuel, viva y coleando por ahí.
Éste de las localizaciones de rodajes, junto con la mirada cercana de Juan Luis y de Carrière, es uno de los grandes aciertos del film. Posteriormente llegamos a acceder a la habitación del Hotel L’Aiglon de Paris, donde solía alojarse, y salir -como él hacia- al balcón para ver allá y emprender como él alguna profunda reflexión sobre la fugacidad de la vida contemplando las vistas del cementerio de Montparnase.
Transcribo para acabar una de las anécdotas oídas en la película, contada ahora ya no recuerdo si por Carrière o por Juan Luis Buñuel, creo que por este último. Nicholas Ray está hablando con Luis Buñuel y le pregunta, admirado, cuál es su secreto para tener la libertad que tiene de hacer siempre lo que quiere en sus películas. Buñuel le contesta rápidamente:
-El secreto está en pedir menos de 50.000 dólares.
Por si no estuviera claro, Juan Luis añade que Ray se quedó libido y callado y comenta que ni él ni nadie de Hollywood se hubiera conformado con esa cantidad, mientras que su padre sólo quería lo necesario para vivir dignamente.
Una gozada para los amantes del cine y del personaje de Luis Buñuel.





 

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