martes, 1 de junio de 2021

Yella



Mantengo un desacuerdo cíclico con Miguel Martín respecto al cine del alemán Christian Petzold. Él suele despotricar de alguna película suya y yo salgo en su defensa. Aporto entonces razones (combinación de detalles hiperrealistas con momentos fantasiosos, sustrato histórico o mítico de la trama, estudiada planificación,...) que él no ve, pese a intentarlo, por ningún lado. Para cubrir el camino completo de lo repetido ya unas tres o cuatro veces, suele aparecer José Luis Márquez, quien defiende también a ultranza el cine de este realizador.
Ahora llega el momento de dar una vuelta más en esta actividad cíclica: Mubi cuelga hoy en su plataforma “Yella” (2007), que hará unas semanas ya había colgado J.L.Marquez en su muro. La he visto y me ha vuelto a convencer, quizás hasta más que en otras ocasiones.
Yella vive en Wittenberge (antigua ciudad industrial de la Alemania del Este, a una hora de Berlín) y, perseguida por su antigua pareja, Ben, que no se resigna a perderla, huye a Hannover en busca de otra vida, en la que demostrar su valía con los datos financieros.
El substrato histórico habrá que encontrarlo aquí en la relativamente reciente reunificación de las dos Alemanias antes divididas. Una industrial, de industria pesada arcaica, casi imposibilitada para modernizarse. La otra inmersa en el mundo financiero del neoliberalismo, rozando aparentemente el paraíso de los servicios, del bienestar social y material.
El carácter realista de buena parte del film se encontrará en las impresiones suministradas sobre esos dos antagónicos terrenos. La desértica Wittenberge, con edificios apuntalados y las hierbas invadiendo el pavimento de las calzadas por un lado. El impecable y moderno hotel, los funcionales y confortables edificios de oficinas de la otra zona, en los que hacen presencia los desalmados juegos empresariales, como si de una partida de tahures se tratase.
Las notas que infunden un aire fantasmagórico parecen en principio repartidas por el metraje: surgen de golpe con el ruido de un avión rompiendo la barrera del sonido, aparecen luego con las visiones diríamos que premonitorias, anuncios del más allá, que asaltan, siempre ligadas con el agua, a Yella.
Ahora, a esperar que se cubra (o, por qué no, se rompa) el habitual círculo vicioso.


 

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