Recibo un mensaje de Mubi en el que me explican que “J’aimerais partager un printemps avec quelqu’un” (Joseph Morder, 2007) está a punto de desaparecer, por lo que debería apresurarme para verla.
Parece que sepan que eso del “journal filmé” debe ser de los tipos de cine que más me gustan y de ahí el aviso, me digo, poniéndome a verla.
Morder empieza mostrando su afinidad con un cineasta que a partir de cierto momento entró también en este tipo de cine personal, utilizando una pequeña cámara como estilográfica y cuaderno de diario. Alain Cavalier le va a visitar a su casa y Morder lo filma, aunque ambos no saben en realidad muy bien qué hacer y decirse.
Logra luego encuadres sueltos muy atractivos, y los que más los que logra desde una habitación del Moulin d’Andé, el del final de “Jules et Jim”, de la que informa que fue también ocupada por Georges Perec y posteriormente por el mismo Alain Cavalier.
El formato permite también intimidades. Las ofrece, solemne, en el apartamento que fue de sus padres. Bueno. Pero mientras está en un puente filmando con una camarita minúscula el Sena, se cruza un chico que le pregunta algo y al que filma, registrando emocionado su cabellera rubia galopando al viento. A partir de entonces Joseph Morder pierde el oremus y su propia figura adquiere, en sus dudas y objetivos centrados en su enamoramiento, un buen peso de ridiculez.
Finaliza, curiosamente, con una sorpresa. El supuesto amante (vete a saber, puesto que hablamos de cine, si el diario es sincero o monta una completa ficción para redondearlo), del que filma su ausencia a la mañana siguiente, se ha dejado un libro que place -al menos por su portada- a Morder. Se trata de una imagen del rostro, radiante, de Ava Gardner. Como vemos muy bien la portada y él recalca la pregunta de si su enamorado leerá español, podemos distinguir perfectamente su título y autor. Es nada menos que el gran “Beberse la vida. Ava Gardner en España”, de Marcos Ordóñez.
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