domingo, 20 de junio de 2021

Fireball: Visitors From Darker Worlds

Observando, a distancia, desde el muro, Werner Herzog. En el escenario del Hall del CCCB montado para Kosmopolis, Clive Oppenheimer contestando a Violeta Kovacsis ante un público de una media de edad bastante joven para lo que suele ser y con un envidiable dominio del inglés.

El cráter -de alrededor de un kilómetro de diámetro- formado por un meteorito en su caída en Australia.

Un científico británico señala a Clive Oppenheimer qué trayectoria llevó el meteorito que cayó en 1492 en Ensisheim (Alsacia), causando una serie de consecuencias políticas.

Si no llega a aparecer la característica voz, medio afónica, de Werner Herzog, comentando en inglés, en off, la primera escena de su “Fireball: Visitors From Darker Worlds” (2020), yo creo que casi todos los que llenaban ayer la sala del CCCB se habrían sentido muy decepcionados.
Por suerte no es así, con lo que nos encontramos ante un documental “de los suyos”, si bien, en su partición de autoría con Clive Oppenheimer, deja a éste el lanzar las preguntas a los entrevistados, cosa que antes también asumía él mismo.
Era la sesión estrella del Kosmópolis. En el Hall, en sillas casi homicidas si pensamos en las tres horas de reloj que duró la cosa, un público de media sorprendentemente joven (y que luego se descubrió buen dominador del inglés: los tiempos cambian), presenció primero la película y luego asistió a una conversación de Violeta Kovacsis con Clive Oppenheimer (presente y contentísimo de haber visto la exposición sobre Marte) y Werner Herzog (vía Zoom).
El documental va de meteoritos que caen a la tierra y lo que eso ha supuesto en cuanto a cambio de culturas imperantes (aunque este extremo, que empieza ágil, pierde fuerza enseguida).
Hay dos o tres escenas espectaculares, marca de la casa, entre las que no es la menor la rodada en el altiplano de la Antártida, pero en su mayor parte el metraje se concentra en entrevistas en sitios modestos a entusiastas científicos de todo el mundo que trabajan en el tema. En este sentido, da un cierto respiro saber que el amigo americano, vía la agencia espacial (NASA), dedica una poca pero preparada gente a observar los cielos en busca de meteoritos potencialmente peligrosos, para poder reaccionar y no acabar como los dinosaurios del Yucatán.
En el coloquio, una espectadora le preguntó a Herzog si, después de haberse recorrido el mundo viendo fenómenos tan impresionantes como los que ha visto, sigue teniendo aún curiosidad para más. Herzog contestó lo que no podía sino contestar: que sentía la misma curiosidad que cuando era un chaval.
Pongo un poco en tela de juicio la veracidad de la respuesta. Su humor, cantidad de bromas que reparte por toda la película, nos dirían que ya no es del todo así, que ahora lo ve todo, refugiado detrás de la cámara, desde una cierta perspectiva, a una cierta distancia. Pero no hay queja. Después de todo lo que ha llegado a ver y nos ha hecho ver, es de lo más natural que sea así.


Una de las entrevistas.

El hallazgo de un meteorito en una batida de caza en el altiplano de la Antártida.

 

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