Josep M. Català, Esteve Riambau, Rosa Álvarez y Javier Garay, ayer en la Filmoteca, en el acto en homenaje a Ramón Sala. |
A veces se hace un homenaje a alguien pasando una película que no ves por dónde puede representarle, pero en una ocasión como la de ayer en la Filmoteca en recuerdo de Ramon Sala, fallecido este verano, parece que la escogida para acompañar la mesa redonda preparada era de lo más adecuado. Se trató de “Misterios de un alma” (Georges W. Pabst, 1926), y se ve que fue una película realmente emblemática para él, pues se pasó media vida mirando de obtenerla y pasarla, obsesionado por ella.
Pero antes de hablar de la película, mejor hacerlo de la presentación inicial, y de lo que se dijo en ella de Ramon Sala.
Mi recuerdo principal sobre él es de los años 70 y de verle con su compañera Rosa Álvarez (también presente ayer en la Filmoteca), investigando y dando a conocer sus pesquisas sobre Laya Films, la productora de la Generalitat durante la guerra civil. Fue a tenor de lo explicado ayer por Esteve Riambau y luego en detalle por Jesús Garay sobre su participación en el equipo de la Filmoteca de la calle Mercaders cuando recordé otras cosas, que tenía más olvidadas o concentradas en otras personas. Será porque ese grupo fundacional era realmente estricto, muy duro en la fijación inamovible de su postura política y en la baja consideración de todo lo que que se moviera apartado de su línea, y realmente lo explicado y escrito por Ramon Sala y Rosa Álvarez en aquellos años sobre el cine de la República, al margen de descubrirte todo un mundo, tenía otro tono mucho más digerible que el marcadamente áspero de las publicaciones en las que predominantemente todo ese grupo participaba.
Yo no ligaba a Jesús Garay con Ramon Sala y ayer me recordaron que trabajaron juntos en la Filmoteca y escribiendo en las mismas publicaciones. Y luego he caído en que en el “Nemo” inicial (1977) del primero creo recordar que aparecía como actor el segundo.
Fotograma de “Nemo” (Jesús Garay, 1977). El barbudo de la derecha es Ramón Sala, ¿no? |
De toda esa etapa quedó en Ramon Sala el interés por el cine de la República, pero se ve que otra línea suya de interés, según todos recalcaron ayer, fue el psicoanálisis.
Josep María Català habló ayer en la mesa redonda de esto y de haber coincidido con él dando clases en la UAB, a la que ha definido -creo que se refería a la Universidad actual en general- como una universidad neoliberal, muy pragmática, que expulsaba de sí el pensamiento, para defender luego que a esa Universidad, con esas características, no podía interesarle un personaje tan crítico como Ramon Sala, de la misma forma que alguien tan entusiasta de lo suyo (lo ha dibujado muy bien, entrando en clase con una cantidad ingente de cintas VHS, sin tiempo para pasar secuencias de todas ellas) solo podía acabar siendo considerado como un profe excéntrico por unos alumnos muy faltos de curiosidad.
Catalá acabó ayer hablando de proyectos nunca llevados a buen puerto por Sala, como la edición de un libro sobre Frankenstein coincidiendo con su 200 aniversario el 2018 y como la organización de un ciclo de cine sobre los filósofos post estructuralistas franceses. Pero si algo recordaré en el futuro de su charla es la aproximación personal hacia él que hizo, con ese referido dibujo académico, repitiendo luego esa expresión suya negando una forma de pensar (“¡se olvidan del sujeto!”) o mediante esa idea de que a los diferentes temas que les unían sumó mucho el saber que habían nacido el mismo día del mismo mes del mismo año. Y todo un relato de haberse enterado con meses de retraso de su fallecimiento y esa sensación de doble pérdida al saberlo, porque no sólo le había perdido a él, sino también todas esas sensaciones de que podía encontrárselo que tuvo pasando una y otra vez cerca de su casa...cuando ya había muerto.
La fotografía de Carme Esteve que he sacado por la red, obtenida en el Flickr del Ateneu Barcelonés. |
Pero, con todo, la intervención más emocionante fue la de Rosa Álvarez Berciano, su mujer, quien no quería en un principio subir a la mesa, pero acabó haciéndolo, muy afectada por su pérdida, hablando de él como con una cierta distancia para ser objetiva, pero de una forma que me pareció muy sincera, sin escatimar notas sobre su difícil carácter.
“Era original y difícil de encajar, por lo que no me extraña que no cayera bien en la Universidad”, empezó. “Parecía transparente, pero era muy opaco. Era una pieza única”, continuó. “Fue mi primer profesor... y el más interesante”, remató.
Y, como a todas éstas me he vuelto a exceder en el tamaño de la entrada, dejaré lo que quería apuntar de la película luego proyectada para otro momento...
(La fotografía más reciente de Ramon Sala es de Carme Esteve y la he sacado de la cuenta de Flickr del Ateneu Barcelonés.
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