sábado, 7 de noviembre de 2015

Dos películas más en la Pasoliniana


Con tanta sesión y tan seguida, hoy me he olvidado en casa la tableta, con lo que no he podido hacer fotos del programa doble de la “Pasoliniana” de la Filmoteca. Las fotos tomadas en la sala son esta vez de Mumma Sabater.
Pere Alberó habla de sus intenciones al hacer el film, mientras Stefano Puddu, que le ha presentado a él y al ppb, reflexiona algo repantingado.

Ha sido un programa doble coherente, constituido por dos documentales que bucean en un mundo rural casi olvidado. La proyección de “Oliete. Un pueblo de otra España” (Pere Alberó, 2003) ha tenido el aliciente adicional de atraer a buena parte de la colonia de Oliete en Barcelona, que se ha visto numerosa. Ya mucho antes de la sesión en el hall de la Filmoteca ha ido apareciendo ese alegre paisanaje (primera foto). La de “Three sisters” (Wang Bing, 2012) se ha prolongado hasta la medianoche. Aún con cierto duelo contra el sueño, yo diría que los espectadores han aguantado en general valientemente sus casi tres horas hasta su final.
Fotografía de Oliete sacada del blog Rodando por libre.

La excusa para programarlas en el ciclo del Projecte Pasolini Barcelona era que ambas ahondaban en ese mundo antiguo del que Pasolini anunció la desaparición. Una observación que no debe dejar de hacerse es que el lamento por el mundo antiguo perdido puede tener su lógica, pero también ambas dejan apreciar, por lo que de él aún es visible, su extrema dureza.
Manel Ollé en la mesa junto a Pere Alberó.

Pere Alberó ha hecho una sentida y bella presentación, predisponiendo a favor a toda la gente con su película. Ha hablado de su intento de atrapar con una cámara esa luz, esos sonidos, esos detalles de un mundo ya de otra época. Ahora todo eso, junto a Casanova –el pastor- y todos los demás que aparecen en la película, queda registrado en el film, confirmando el poder documental que le asiste.
Pisoteando frutas y patatas para que sirvan de comida para ocas y gallinas. El patio de la casa de la tía de las "Three sisters".

Manel Ollé, en los cortísimos cinco minutos que le han únicamente permitido la longitud de “Three Sisters” y el cruzamiento de la parrilla de programación, ha situado muy bien, al margen de las diferentes rutas que transitan los documentales de Bing, la apuesta de su film. Un film que personalmente me tiene, empezando por el personaje de esa niña de diez años que hace a la vez de madre y operaria agrícola y ganadera, el corazón robado. También he notado que la miseria en que se desenvuelven diariamente las tres niñas protagonistas ha dejado, en general, el corazón encogido a todos los espectadores. Dos momentos: Una vendedora ambulante se aposenta a las puertas de la escuela, y se hace de oro vendiendo chucherías a todos los alumnos. La protagonista asiste con los ojos desorbitados a las transacciones pero, falta de dinero, no puede comprar ni una bolsa. El segundo más que un momento es todo un trozo del film: El padre se lleva a sus dos hijas pequeñas (de 6 y 4 años) a la ciudad, dejando a la mayor (de 10 años) trabajando para sacar adelante la mísera explotación con su abuelo. Se ve a ella por la noche, sin sus hermanas, trasmitiendo algo más que una enorme, aunque resignada, soledad.

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