viernes, 26 de abril de 2013

Le genou de Claire


C. A. Molina dedica un capítulo de su “Donde la eternidad envejece” (Destino) al lago Annecy. Pero lo despacha con una frase. En lo que realmente está interesado es en “Le genou de Claire” (Erich Rohmer, 1970), que le sirve para hablar del deseo y, como no, del paso del tiempo:
“(…) para alcanzar su presa, el cazador se valdrá de una treta dolorosa. La razón es más fácil de vencer que el deseo. Claire, con su novio, está subida a una escalera de tijera cogiendo cerezas. Traje azul, falda muy corta, zapatos blancos. Ambos jóvenes coquetean mientras invitan al visitante a que pruebe la fruta. Adán y Eva invitando al otro, al desconocido, al pecado. Jérôme prueba el fruto prohibido, apoya su mano izquierda sobre la escalera de madera y se queda ensimismado con la rodilla de Claire, cuya dobladura le impide alcanzar el enigma de la vida con la mirada. Este personaje es un mirón que se encuentra fuera de juego. Su deseo crece cuando ve cómo el novio, después del partido de tenis, le toca la rodilla. El despertar de los celos, del deseo. ‘La perturbación que me provoca me da como un derecho sobre ella. Sabes –se lo está contando a Aurora-, estoy convencido de que la merezco más que cualquier otro’ ”

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