domingo, 19 de febrero de 2023

Martí Rom y Miró

El libro en cuestión, tercero de la serie, hoy aún solo localizable en la web de la editorial.

Cuenta Martí Rom que con este “Miroia” (Arola editors, 2023), con sus otras 500 páginas, cierra definitivamente su trilogía sobre la relación de Joan Miró con la tierra de Mont-roig.
Iba a escribir que no se lo cree ni él, pero reflexionando un poco creo que es verdad que así lo piensa. Otra cosa será que, si se encuentra de frente (o tangencialmente) con alguna brizna inexplorada de esa relación, se arremangue y se ponga de nuevo a la labor.
Algo así, como refleja un capítulo de este libro, le pasó con su investigación sobre los antecedentes familiares de Miró por el Priorat, que le llevaron a localizar hasta ocho generaciones anteriores suyas, hasta alcanzar un Miró de principios del s. XVII. Cada una investigada al detalle, para poder demostrar que, siendo el abuelo de Joan Miró de Cornudella, hay que huir de ideas precipitadas, poco fundamentadas: Cornudella era entonces una población bastante importante, y la familia Miró tenía un peso social evidente.
Me ha dado la impresión de que este libro -que por el momento solo he leído en diagonal, in extenso únicamente en alguna de sus páginas-, dada su ordenación no cronológica, sino por temas aislados, será mucho más manejable que los dos anteriores, pudiéndose así sacar mucho mejor provecho de él, siendo los tres una fuente casi inagotable de informaciones de primera mano sobre el tema.
Porque está claro que quien quiera saber sobre la influencia de Mont-roig en la obra de Miró, más allá de unas cuantas frases divulgadas extensamente, deberá acudir, sin falta, a estos tres densos volúmenes. Martí Rom explica en ellos cómo lo oído o leído de Miró, o visto en sus cuadros, queda sustanciado con objetos, costumbres, documentos locales.
Y me atrevería a decir que no se contenta con Mont-roig y su área, puesto que la sombra de Mont-roig, podríamos decir -como he podido comprender yo tras muchos años trabajando codo a codo con Martí Rom- es muy alargada. Un ejemplo puede estar en el rendimiento obtenido de una reciente estancia suya en París, en la que el autor del libro se concentró en recorrer todos los “Indrets mironians a Paris” (pàgina 343). No puede decirse que “huya de la materia”, que se dice por aquí. Habla, sí, de los sitios que recorrió Miró en la capital francesa a lo largo de sus viajes, pero lo hace a partir de un método deductivo muy interesante, metiéndose en la cabeza del pintor y consultando las cronologías de las estancias allí de otros artistas de por aquí y posibles conocidos suyos con los que podría haber coincidido. ¡Todo casa, entonces!
Después de unos percances de salud felizmente superados, constato que Martí Rom ha entrado en fase testamentaria. Si siempre tuvo una preocupación enorme por documentarlo todo adecuadamente (basta consultar la “hemeroteca personal” de su web para ver que se ha constituido en la memoria viva de cosas tan distantes como el cine alternativo y político o las construcciones de piedra seca), ahora se le ve afanándose para dejar todo “atado y bien atado” a las nuevas generaciones.
Quiere publicar sus escritos perdidos por aquí y por allá sobre cine, ha restaurado esa página web que mantiene constantemente actualizada, ha logrado poner en buen recaudo la obra de su gran amigo Llorenç Soler, ejerciendo de albacea, ahora “cierra” esta trilogía Miró/Mont-roig con este volumen donde recopila, actualizándolo debidamente, todo lo que, sobre el tema, se le había caído por las ranuras de los dos volúmenes previos.
Aprovecha el empeño para dejar negro sobre blanco también, para la historia, la increíble persecución que sufrió en su empeño de dar a conocer y hacer estimar la tierra de sus padres a partir del pretexto del estudio de todas los que (personalidades o no), tuvieron relación con el pueblo. Las cuarenta páginas que dedica al “Centre Miró de Mont-roig”, que presidió hasta que fue obligado a cerrarlo, pueden ser un notorio ejemplo de ello.
Pero también, prueba de amor al amigo y maestro que -como repite ahora frecuentemente- le sacó en su juventud de la estulticia, partiendo de la afición de Joan Miró a la numerología (materializada en ese sorprendente número 173 que aparece destacado en un cuadro suyo de la huerta de Mont-roig), cierra el libro explicando el juego de miradas hacia diferentes frentes, incluidas las constelaciones mironianas, del que le es deudor, dando así título al libro.

El árbol genealógico de Joan Miró, establecido por Martí Rom e incluido en el libro.

Mont_roig. L’esglesia i el poble. 1919.

 

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