Bricolo, satisfecho, ha dado finalmente, tras anular muchos dibujos, con la máquina que acabará con la enojosa fragilidad de los huevos de gallina.
Probando la máquina ante la expectación de sus familiares
Mira por donde, años después de su muerte, gracias a Raymond Borde he sabido de Charles R. Bowers, un cómico “menor” norteamericano que, además de ser director y actor protagonista de sus propias películas, practicaba en ellas una animación como la que, varias décadas después, dio a conocer a la cinematografia checa.
El primero fue “Egged on” (1926), en el que, fastidiado por lo frágiles que resultan ser los huevos de gallina, idea una máquina para hacerlos resistentes, digna de los inventos del profesor Franz de Copenhague.
El segundo, “He done his best” (también 1926), presenta a Bricolo, intentando quedar bien para hacerse con la chica, construyendo una máquina que sustituye a todos los camareros y cocineros del restaurante del padre de su amada.
En ambos aparecen procesos acelerados, como el crecimiento de los guisantes desde su semilla o gallinas mecanizadas voluntariosas, y todo acaba convenientemente en fracaso, con una gran explosión
En “He done his best”, limpiando los platos del restaurante, antes de su revolucionario invento, que acabará de una vez por todas con la lacra de los protestones sindicatos de cocineros y camareros.
La cocina automática ya preparada.
Haciendo platos desde su origen a la carta.
Y servicio al por mayor, todo el mundo de golpe.
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