lunes, 25 de abril de 2022

Azor




Magnética, produciéndote frecuentemente un notorio desasosiego, “Azor” (Andreas Fontana, 2021; en Filmin) te hace seguir la estancia de un banquero suizo que en 1977 acude con su mujer a Argentina para intentar recuperar los negocios de su socio, extrañamente desaparecido.
En razón de ese argumento, entramos en los ambientes (hoteles, hipódromo, clubs) frecuentados por el poder financiero y político, así como en propiedades de las más ricas familias del país.
La atmósfera que se percibe -incluso en las relaciones internas del mismo matrimonio suizo- es siempre tensa. No sólo es que se codean con gente que no se sabe muy bien por donde van a navegar. Es que él mismo se aprecia que duda entre una forma ortodoxa, “europea”, de operar, a la que obligaría su tradición familiar (a la que unos y otros invocan) y, para que la cartera no se le vaya de las manos, la toma de opciones “arriesgadas” a las que parece incitarle continuamente su mujer, que resulta más peligrosa que otros personajes más evidentes inmersos en ese espacio y tiempo de dictadura.
Por momentos, como en la cita en el Círculo de Armas, donde Mariano Llinás, coguionista del film, hace un irónico cameo, la película se convierte casi en un film de terror. Quizás como tal, vista su conclusión, tengamos que considerarla.




 

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