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Un ufano alemán quiere sacar a bailar a una francesa. |
No es tanto un film sobre la minería (que también, porque contiene todos sus clásicos elementos) como un alegato contra la guerra mediante la solidaridad entre los obreros de ambos lados de la frontera de dos países supuestamente enemigos. Hoy, en el Aula de Cinema de la Filmoteca era el día de “Carbón” (“Kamaradschaf”, Georg Wilhelm Pabst, 1931).
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En la nave de las duchas, las ropas de los mineros permanecen colgadas en las alturas, en una imagen muy sorprendente.
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Côté minas: Si se tratase de un film americano de la época serían más que razonables los temores ante una encerrona continua en un decorado pobretón haciendo de mina, todo barnizado por situaciones penosas y heroismo a mansalva. Pero se trata de un film de Pabst, y con un raro valor documental: el pueblo, las instalaciones mineras con esas típicas torres de los pozos, sus ascensores, unas naves para duchas, hasta alguna galería pueden pasar todos ellos por perfectamente reales. De esa forma, la pelicula permite entender el funcionamiento de una mina incluso mejor que accediendo a las instalaciones ahora visitables.... pero sin actividad alguna.
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El pueblo minero.
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Côté proclama internacionalista anti-guerra: El film se inicia con casi una reyerta entre tres alemanes que acuden a un baile de un pueblo francés fronterizo por un tonto malentendido. Más tarde, mineros alemanes voluntarios acuden como equipo de rescate auxiliar a echar una mano cuando hay un accidente en la mina francesa. Al final, ya pasado todo, un francés hace un discurso de agradecimiento y otro alemán el suyo, este último diciendo que no ha entendido nada del anterior, pero que está claro que ha debido decir lo que él también piensa: que por encima de lo que digan por ahí arriba, la mina francesa y la alemana forman una única mina, y todos los de uno y otro lado son ante todo mineros.
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Madre e hija que ya perdieron a su marido/padre se consuelan ante el accidente que ha afectado a su hijo/ hermano ... y novio al que había abandonado por querer seguir siendo minero.
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Unos pocos años después, al igual que hicieron en la contienda anterior (reflejada en la escena en la que el minero siniestrado cree estar viendo en el minero alemán que le viene a rescatar bien equipado al soldado alemán que entró con su careta antigás en su trinchera e iba con intención de matarlo) los obreros de uno y otro dado se dejaron arrastrar docilmente, y en muchos casos convencidos, a otra carnicería contra el vecino.
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Tres alemanes cruzan la frontera por su cuenta por una antigua galería común, para ver si pueden sacar por ahí a los siniestrados.
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