domingo, 20 de noviembre de 2016

En el mismo barco

Pere Portabella, productor del film, hablando con Gerardo Pisarello, teniente de alcalde del consistorio de Ada Colau, antes de pasar a la sala.
Hoy se estrenaba “En el mismo barco” (Rudy Gnutti, 2016). Me ha parecido ver que se llenaba mucho la sala grande del Verdi y al menos la que sí se ha llenado por completo a continuación ha sido la grande de arriba, en la que ha habido una presentación y coloquio inaugural.
Un travelling nos aproxima y luego lentos movimientos de cámara rodean a un locutor (Àlex Brendemhül, que no sé por qué habla en inglés, tratándose de una película española), quien por el micrófono explica cómo en los años 30 Keynes y otros pronosticaron un progreso económico imparable... del que parece excluirse a parte de la humanidad, para al final del film explicar también un par de cuentos metafóricos, con animales de protagonistas, realmente aterradores.
Aparece entonces Zygmunt Bauman, quién habla de la metáfora que da título al documental: Estamos todos en el mismo barco, y habría de llevarse a éste en la correcta dirección. Paralelamente, y durante todo el film, vemos escenas de un barco que, no por casualidad, surca por el Ártico, desmenuzando toda su capa de hielo.
Zygmunt Bauman en el film.

A partir de entonces se nos presentan dos capas. Por una parte, toda una batería de pensadores de todo el mundo (además de Bauman) que desgranan su diagnóstico sobre la preocupante situación del planeta. Por otra parte, también recorriendo mundo, se pescan ciertas conversaciones de gente de la calle (incluso, y eso lo he encontrado positivo, mostrando los miedos y contradicciones con lo que los teóricos plantean) y –al parecer, por lo que voy viendo, resulta inevitable en documentales como éstos- montones más de gente de aquí y de allá andando por las calles de sus ciudades.
Los pensadores –y a su manera la gente- empiezan hablando de la globalización y sus efectos. En cada capítulo, una cita latina apropiada te hace ver que, a su modo, en tiempos de los romanos, ya se dio algo parecido. En un prólogo, Serge Latouche, el ex-presidente José Mújica, el economista Tony Atkinson,... señalan unas desigualdades que se han ido disminuyendo entre países, pero que se han incrementado enormemente dentro de cada país.
El primer capítulo trata del “Desempleo”, sobre el que el mismo Bauman alerta de que ya se empieza a dejar de oír el término (que podría dar a entender que se trata de una excepción frente al buscado pleno empleo) para dar paso al menos comprometedor término de “Redundancia”.
El segundo capítulo se acerca al “Gran desacoplamiento” existente entre una productividad creciente y un empleo que no crece con ella.
El tercer capítulo se centra en la “Clase Media”, cuya disminución por todo el mundo lanza las alarmas, porque varios pronostican (incluido un directivo de Amazon) que a la larga no habrá crecimiento sostenido con desigualdades tan grandes.
El cuarto capítulo habla de la herencia que se trasmitirá a las nuevas generaciones, señalando que toda una amplia capa de la población, sencillamente, no dejará nada. La economista italiana Mariana Mazzucato da en este apartado una clave muy buena de cierta perversidad y estafa en el sistema: La innovación de peso (todo el mundo digital, internet, etc) se ha logrado gracias a las grandes inversiones y subvenciones de los gobiernos, pero ahora los beneficios de esas inversiones van limpiamente a entidades privadas.
El capítulo quinto y último, por fin, es el de los “Nuevos Caminos”, las esperanzas de salida de esta situación. Tras señalar el brutal consumo de los medios naturales (Bauman otra vez: Al ritmo actual se necesitarían 4 planetas de aquí a 30 años), todos coinciden (el directivo de Amazon dice estar “para experimentarlo en una zona”) en que una salida razonable sería la distribución a todos los habitantes, sin condiciones, de una renta básica, que les cubra sus necesidades vitales básicas, y a la vez la distribución de un trabajo que con el progreso nunca podría volver a ser universal.
Bauman, ya zorro viejo, que dice tener la desventaja de haber vivido muchos años, hasta parecer su vida un cementerio de esperanzas, advierte que no ha llegado a establecer un sistema cerrado que explique cómo debe hacerse eso, pero que ve claro que es lo que debe hacerse. El problema, dice, y con esa pregunta acaba la película, no es ese. El problema es ¿quién va a hacerlo?
En el coloquio posterior, ante la pregunta de cómo evitar todo aquello que se lanza contra la renta básica por parte de sus opositores, por lo que ha venido a decir el director del documental se deduce que Bauman había seguido hablando tras la pregunta, señalando uno de los problemas más evidentes: La ausencia de un poder político mundial que, al permitir su implantación universal, anularía el efecto llamada, la inflación y otros posibles males indeseados.
También ha estado bien Gerardo Pisarello, teniente alcalde del gobierno municipal de Barcelona, quien ha alertado de que se debe ir hacia la renta básica, pero sin dejar de desatender los servicios públicos universales. Daniel Raventós, también en el coloquio, y que ha estado recientemente en una reunión en Bilbao con muchos economistas tratando el tema, le ha dado la razón, señalando que ya se aprecian varias propuestas de derechas de ir hacia la renta básica... como camino para desmantelar los servicios de bienestar públicos.
Se abre ahora, tras el periodo de estreno que esperemos sea lo más largo posible, una gran posibilidad de circuitos de distribución y espacios para la visión del film, ocasionando la correspondiente y necesaria discusión final: escuelas, universidades, centros sociales, parlamentos,..

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