domingo, 20 de noviembre de 2016

Passe ton bac d'abord


No tiene, diría yo, el nivel de las otras pasadas hasta ahora en la Filmoteca en el ciclo Maurice Pialat, pero una serie de cosas hace destacable “Passe ton bac d’abord” (1978) de entre otras películas de por entonces con tema parecido.

Casi se puede montar un concurso para ver qué escena supera a las demás en esta antología de la fealdad que retrata la película: Cortinas, papel pintado, cacerolas floreadas (desgraciadamente sin registro fotográfico por internet) de casas obreras de Lens, en el norte de Francia, pertenecientes a los padres de los protagonistas rivalizan entre sí por ver cuáles caracterizan mejor una época y ambiente.

Historia cíclica, que finaliza volviendo a empezar con la generación siguiente de la misma forma que empezó con la anterior, porque no hay apenas escapatoria: Huida a París, un trabajo esclavizante, una boda que finge hacer tirar para adelante. Pocas, casi nulas alternativas para los de esa franja de edad que está acabando el bachillerato en ese mundo cerrado.

Lo primero que se ve de la película te hace pensar que estás asistiendo a un documental: El pub o café donde se pasan las horas entre bromas, el fútbol como válvula de escape. Por suerte, es un Pialat, y contiene escenas y detalles innegablemente suyos: actores no profesionales reclutados para la ocasión, estructura de esas “lagunar” con saltos irregulares entre una escena y otra, disputas e inhibiciones familiares, una comida familiar también registrada con los platos ya vacíos y, lo mejor de todo, del estilo del de “L’enfance nue”, el banquete de boda, con baile, todos emperifollados, y con cantante que previamente no tiene reparos en cantar “Frou-Frou”.

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