viernes, 12 de julio de 2024

Alarma en el expreso

La maqueta inicial, que nos presenta el tren bloqueado por la nieve y el pueblo donde habrán de dormir, inesperadamente, todos los viajeros.

Nuestros dos británicos se verán obligados, por la saturación, a dormir en la chambre de bonne, ocupada habitualmente por la chica de la izquierda.

Tres modernas amigas, la de las piernas despidiéndose de su soltería, escandalizan al hombre para todo del hotel.

El musicólogo (Michael Redgrave) recupera y estudia danzas etnográficas, que hacen vibrar todo el edificio.

Así, a lo tonto, a lo tonto, “Alarma en el expreso” (“The Lady Vanishes”, 1938), debe ser el Hitchcock que más veces he visto. En los años 70 se podía alquilar una copia suya en 16mm a muy buen precio, por lo que circuló bastante por cineclubs, y luego tuvo muchos pases televisivos. Aún así, no quise perderme la nueva cita y acudí anoche, una vez más, a la Filmoteca.
Frente a la “perfección” de acabado de muchas de las películas norteamericanas de Alfred Hitchcock, conserva esa fantástica “imperfección” de las británicas, que las hacen tan agradables.
Tiene un poco de todo. Los descarados decorados dejan aquí paso muchas veces a detalladas maquetas (como en el plano que se inicia tras las pinturas de paisajes alpinos de los títulos de crédito iniciales) y transparencias (utilizadas con profusión en las escenas de tren). En toda una primera parte, muy coral, que se desarrolla en la posada de la estación montañera donde ha quedado bloqueado por la nieve el tren con todo su pasaje, predominan las situaciones de comedia, pero en realidad es una parte pensada para presentar y hacer entender los caracteres de los diferentes pasajeros que veremos luego en el tren.
Es también, claro, una de las más significativas piezas de Hitch en las que el tren tiene un gran protagonismo. Es en el tren donde se cuece toda la intriga (esa dama que desaparece) y el suspense alcanza su mayor grado. En esta ocasión me he dado cuenta de que toda la larga parte del tren contiene también en sí lo que podría ser una película juvenil de acción, sin olvidar en ésta sus toques cómicos, casi de slapstick.
Pero no hay que pensar por eso que se trata de una película totalmente escapista. Lo que siempre me ha parecido mejor de la película, y en este pase otro tanto, es esa pareja británica solo preocupada por el partido de cricket que pueden perderse. Provocan las mejores bromas y situaciones cómicas del film, pero es que además resultan un corrosivo retrato, con su desprecio por los demás, del imperialismo que aún campaba en el país natal del director.
No sólo eso: la película es de 1938, y todos sabemos lo que estaba de primera actualidad política en ese momento. Ese ridículo personaje que no quiere inmiscuirse hace pensar la película, y a Hitchcock con ella, como radicalmente contrarios a las políticas pacifistas previas a la II Guerra Mundial, que quedan en el film ridiculizadas.
Coté tren, una acotación marginal: Ricard Pasanau, quien dirigió el cine-club Ingenieros tras Ramón Font y antes que Martí Rom, hizo en 1974, en una época en la que lo que primaba era el cine con intenciones políticas, un cortometraje de homenaje al cine de Alfred Hitchcock que tituló, por razones que no se les escaparán a los cinéfilos, “MacGuffin”. Había en ese cortometraje una persecución…que acababa en un tren. Hitchcock, entre escena y escena de la parte de su cinta, llena de suspense, que tiene lugar en el interior del tren, filma unos planos exteriores no de una maqueta, sino de un auténtico tren en el momento de tomar una curva. Sirven de engarce entre dos escenas, al tiempo que hacen subir la tensión, aprovechando la idiosincrasia del tren, su superación continua de las traviesas, el sonido rítmico que eso produce. Anoche volví a casa con la convicción de que ya sabía de qué película de Hitchcock, tras estudiarla una y otra vez, había Pasanau imitado ese tipo de escenas.

Al tren: Toda una imagen de los carteles turísticos de la época.

Miss Froy en el vagón restaurante con la chica que se dirige a una boda burguesa.

El vagón restaurante es una pieza imprescindible del tren…

Uno de los planos del tren en marcha de los que hablo.




























 

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