Plano inicial del film.
El perro negro (“Lobo”: iniciamos los símbolos) se acerca a Ava y sus frites.
Me ha sorprendido “Ava” (Lea Mysius, 2017, en Mubi), tanto por su guión como por la forma de presentar sus escenas.
Tomemos, por ejemplo, la primera de ellas, la de presentación de toda la película. Una playa del Atlantico. Bañistas jugando. Un perro negro se adentra por un espigón, y pasa junto a varios bañistas, a veces asustándolos y llega junto a una chica dormida, una adolescente, a la que come las patatas fritas que sostenía en su vientre: ¡todo está visto desde el punto de vista del perro!
La chica de las patatas (intrigante y sombría, como le dicen en una ocasión en el film) es la protagonista de la historia, y a ella se trasmite el punto de vista. De vacaciones con su madre -bastante viva la virgen-, un médico le informa que dejará de ver en penumbra y un círculo negro irá cercando su área de visión hasta cerrarse del todo.
Da gusto cuando se rehuyen los caminos trillados. “Ava”, alegoría de paso de la adolescencia a la madurez plagada de símbolos, lo hace un poquillo.
Madre e hija
Imagen de múltiple valor simbólico. Uno de ellos, la de esa visión circular que va rodeándose de oscuridad.
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