Creo que esta “La estructura del Cristal” (Krzysztof Zanussi, 1969), con su magnífica fotografía en blanco y negro, con sus estudiados encuadres sobre la nieve, la estrenaron en el Ars y me deslumbró. Después ya estuve atento a las siguientes películas de Zanussi, aunque sólo estrenaron, creo, “Iluminación” (1973), que pasaron en la Semana de Cine en Color, en aquellos tiempos en que Barcelona tenía su, aunque modesto, interesante festival de cine homologable, que tontamente se dejó perder, para pasar entonces las instancias oficiales a apoyar el más frikie de todos, Sitges, eso sí, cambiándole el nombre, de “Festival Internacional de cine fantástico y de terror” a “Festival Internacional de cinema Fantàstic de Catalunya” y, poco después directamente “Festival Internacional de cinema de Catalunya”.
Fue en esa segunda ocasión, saliendo del Palacio de Congresos de Montjuic, el del Sonimag, cuando un amigo de la Escuela, al preguntarle qué le había parecido la película, me respondió eso de que era profundamente reaccionaria. No había oído nunca aún esa expresión, y le pregunté qué quería decir: “que va en contra de la revolución” -accedió a explicarme. Y me quedé extrañadisimo, sin saber qué pensar, porque no había visto yo nada de eso y me estaba tildando de deplorable políticamente una película de la que yo, inocentemente, había disfrutado.
Hace poco la Filmoteca ha dedicado un ciclo a Zanussi, pasando sus películas más recientes, y he tenido ocasión de comprobar que realmente se ha convertido en un personaje archicatólico tirando a preconciliar, cosa que deja ver de forma clara en sus películas, en las que la moral católica debe primar por encima de todo, cosa que él defiende enérgicamente.
MUBI coloca “La estructura de Cristal” como una de sus “mil mejores películas” y, tras pasar repetidas veces por su carátula, dudando si verla, apreciando en ella lo que en su día no vi que ya acumulaba de reaccionaría y que mi amigo refrendó existía ya de forma que apestaba en su siguiente película, o bien quedarme con el buen recuerdo que me dejó, optaba siempre por lo segundo.
Pero anoche probé a ver si podía volver a sentir lo que sentí en su día, y hay que decir que, aunque estaba con la mosca detrás de la oreja, así a sido. Me sigue pareciendo un film de extraña perfección, centrado -como el primer Polanski- en un escenario limitado pero extenso (en Polanski un yate en medio de un enorme lago, en Zanussi unas tierras altas, cubiertas por la nieve).
La trama, muy sencilla, confina a un investigador que ha vivido dos años y medio en Estados Unidos con su compañero de la universidad de la Polonia comunista, que se ha ido a vivir con una maestra de un remoto lugar de las montañas y dispensa su vida lejos de sus ansias juveniles.
Es verdad que lo que tiene “El cuchillo en el agua” de perverso en cuanto a destructor de la moral dominante se convierte en “La estructura de Cristal” en una defensa de ésta, pero no resulta lo pacato que, dicho así, parece. Por el contrario, ciertas características del modelo alternativo que aporta el amigo visitante dirías que podrían ser bien vistas como reaccionarias, no siendo en el film las finalmente apoyadas.
Visto el éxito, aunque esto no cambie mi criterio de no ver más películas recientes de Zanussi, porque no las aguanto, quizás ataque próximamente la bicha, “Iluminación”. Tras ver “La estructura del Cristal”, estoy convencido de que, aunque le descubra los gérmenes reaccionarios que me tragué sin ningún sentido crítico en su día, sigue siendo una pelicula que se deja ver muy bien, mientras que eso no puede decirse de sus últimas piezas, de las que salir despavorido.
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