Habiendo visto sólo -es verdad que varias veces- su extraordinaria “Yi-Yi” (2000), buscaba siempre descubrir las películas anteriores de Edward Yang (lo que supondría un posible -magnífico y poco visto- ciclo, apunto para la Filmoteca).
Pues resulta que MUBI tiene en exhibición una de ellas, “Terrorista” (1986). Es curioso lo que se consigue en esta plataforma. Presenta sólo treinta títulos (cambiantes cada día), pero cada vez que voy pasando por las carátulas de sus ofertas en busca de petróleo, voy descubriendo que por ahí escondido estaba uno u otro bien atractivo (aclaración: sintiéndome poco satisfecho de las comisiones de Filmin, pruebo a ver qué tal las de Mubi).
Se inicia la película con una especie de persecución policiaca, pero vista, a cierta distancia, por los ojos de un chico con cámara de fotos al ristre. Es increíble la sensación de realidad que consigue, con sus planos, Yang.
Toda esta primera parte, con escenas entrecortadas, sobre captura y huida (con los análisis y ordenación posteriores de las fotografías resultantes, casi estilo “Blow-up”), la aparición de esa escritora que dice ver desfallecer su inspiración, la tensión por el disputado ascenso de su marido, te mantiene en vilo.
Deberé confesar también -pero esto suele ser habitual en mí- que después, en todo su trozo central, he quedado envuelto en una morrocotuda confusión sin saber muy bien quién era quién en la trama, pero el caso es que eso me ha quedado compensado tanto por la excelente forma de encuadrar de Edward Yang como por tratarse de una visión de Taipéi, lo que marca un ambiente y estética -arquitectura, vestimentas,...- bien especiales. Finalmente, además, vuelven a destacar potentes efectos visuales en planos de detalle, como el de ese disparo que vacía el agua de un jarrón con flores.
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