martes, 15 de septiembre de 2020

Mañana y todos los últimos días


Como he sido lector más o menos habitual de revistas francesas de cine (si bien es verdad que nada que ver con la pasión por esa manía que tuve de los años 70 a los 90), he ido orientando mi curiosidad y atención hacia un grupo de cineastas de los que en realidad era rarísimo poder ver cine por aquí. Así me fui familiarizando -tras haberlo hecho con Garrel o Doillon, de los que milagrosamente sí podía irse viendo sus películas-, con gente como Jacquot o Desplechin, de los que es ahora, con la “nueva realidad” en la que se ha inmerso la distribución cinematográfica, cuando realmente se ven mucho sus películas, o una Mía Hansen-Love, que hasta ahora ha tenido una suerte enorme en cuanto a estrenos españoles.
Pues a lo que voy: siguiendo entrevistas de los de ese hilo, siempre retenía como nombre que solía surgir el de Noémie Lvovsky, a la que únicamente había visto hasta ahora como actriz característica, sin llegar nunca a sus películas como realizadora.
Así las cosas, en mi diario y cada vez más estéril repaso de la parrilla de programación de las televisiones genéricas, vi que en TV5-Monde pasaban su último film como realizadora, “Mañana y todos los últimos días”. Lo programé y anoche, después de un día realmente cansado, me deposité delante del televisor y me dispuse a verlo.
Es un híbrido curioso, un cuento, con elementos de cuento infantil fantástico que, curiosamente, no está dirigido al público infantil. En ella la misma Noémie Lvovsky interpreta a una madre que en catalán decimos que “está com un llum”, es decir, majara perdida. La escena inicial, yendo con su hija al colegio, llamada por su tutora, es ciertamente hilarante en este sentido.
Pero, de hecho, el centro absoluto de la función está en su hija, una niña que se ve rápidamente está más ella al cargo de su madre para atenuar sus locuras que al revés. Es Mathilde una niña introspectiva, que se lleva muy bien con su padre en la distancia (Mathieu Amalric), con el que comparte de tanto en tanto sueños -alguno escenificado- y serio compromiso vigilante con los estados cambiantes, tendencia a la locura desatada, capaz del mayor disparate, de la madre.
A partir de ahí, aviso que un mochuelo muy juicioso toma protagonismo y que, de tanto en tanto, Noémie Lvovsky deja ver en su interpretación su proximidad con su amiga Valeria Bruni Tedeschi.
Un curioso ovni, situado en tierra de nadie. Al menos después de un día agotador por unas u otras razones.


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario