Ya leídas 139 páginas de sus 446, el diario ha tenido tiempo de dar un giro radical. Se trata de las entradas de diario escritas en multitud de cuadernos por Jane Birkin de 1957 (cuando tenía once años) a 1982, que según explica en su introducción, pre-seleccionadas por Gabrielle Crawford, ella ha traducido al francés, comentado y anotado en 2016/18.
Desconocedor de la existencia del libro hasta que lo vi expuesto en la librería Torcatis de Perpignan, la primera historia que me ha sorprendido de él es la de Munkey, el peluche vestido de jockey que le regaló su tío, obtenido en una feria. Traduzco: “Ha dormido a mi lado, compartiendo la melancolía del internado, las camas de hospital y mi vida con John, Serge, Jacques, ha sido testigo de todas las alegrías y tristezas, dotado de un poder mágico, no hubo ni un avión, ninguna hospitalización sin su presencia (...). Ante el desconsuelo de mis hijos, deposité a Muunkey junto a Serge en el ataúd en el que reposaba, como si se tratase de un faraón. Mi mono para protegerlo en la vida del más allá”.
No es que las anotaciones del diario “infantil” sean prescindibles. Nos sitúan muy bien la familia de la que Jane surgió y nos habla de una niña dispersa, de sentimientos muy cambiantes, pero extremadamente introspectiva, reflexiva y con un interés por cuestiones artísticas increíbles. Va a ver exposiciones, por ejemplo, de las que habla como una adulta, demostrando ya un criterio y sensibilidad especiales, a la vez que tiene reacciones muy divertidas de la niña de 12 años que es.
Pero un cambio brusco se detecta cuando, al cumplir los 18 años, se casa con John Barry. Las entradas de diario, que eran cortas y muy variadas, se alargan y denotan ser el punto de vertido de todas las enormes emociones que su radical nueva situación, casi cambiado el internado por el matrimonio, le producen.
Iba a transcribir aquí como explica su intervención en “Blow up” en 1966, pero como esto se ha hecho ya muy largo, lo reservo para otra ocasión.
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