El otro día me explicaban la expansión de las “remises” en Buenos Aires y precisamente ahora he visto una película (“Los guantes mágicos”, Martin Rejtman, 2003, en MUBI) en la que un conductor de remise, un remisero, es el eje sobre el que surge toda la tropa entrelazada que protagoniza su trama.
Una trama quizás más estrambótica que la de “Sílvia Prieto” (1999), con depresiones emocionales, un otorrino muy fino y el sorprendente imperio de la música electrónica alcanzando sectores inusitados. Eso y, por lo demás, la sospecha que la confusión entre oír y escuchar quizás nos llegue de Argentina.
Sé que es una animalada lo que ahora diré sobre lo que voy viendo del cine de Martin Rejtman, del que queda en MUBI una tercera película, su primer largometraje, “Rapados”: que viene a ser la transposición del cine de Roy Andersson a un entorno diametralmente opuesto. La frialdad, cuidado estético, austeridad de palabra y prolongación de las esperas y situaciones del sueco quedan convertidas, al traducirlas al judío-argentino de Rejtman, en el acercamiento humano, la despreocupación formal (aunque ver cómo remata sus escenas entraría en contradicción con esta consideración), la verborrea de sus personajes y la aceleración de situaciones y escenas, ligadas aquí entre sí hasta por una narración en off.
Una exageración, es verdad. Pero que ahí queda.
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