viernes, 5 de julio de 2019

Las extraordinarias aventuras de Mr. West en el país de los bolcheviques

Mr. West conducido en un trineo por un estafador que hace muy bien el papel de contrarrevolucionario.
Cuenta Jay Leyda, en su biblia sobre el cine ruso y soviético, que tengo por casa, que “Las extraordinarias aventuras de Mr. west en el país de los bolcheviques” (1924, hoy en la Filmoteca) constituyó la auténtica prueba de ensayo para que Kuleshov demostrara lo que venía preparando en los últimos años, esto es: que en la URSS podía hacerse un cine de montaje “rápido” como el norteamericano o el cine de aventuras francés y que de actores preparados específicamente para el cine podían esperarse mejores resultados que de los actores de formación teatral.
Ésta fue una de esas películas de las que se hablaba mucho en los textos de cine, pero que casi nadie había visto fuera de Rusia, donde tuvo un éxito grande. La trama es sencilla y proclive a continuos elementos cómicos, así como luego para una buena propaganda del régimen que, como también dice Leyda, Kuleshov, muy inteligentemente, no exageró.
Los timadores le enseñan la “bárbara forma” de tomar el té de los bolcheviques.
Resumiendo: Un ciudadano norteamericano algo tontaina, con una ligera retirada, con sus gafas, a Harold Lloyd -Mr. West-, va a desplazarse a Moscú. Él y otros personajes se nos presentan diáfanamente, recortados sobre fondos negros, sin detalles de escenarios... que no se conocen. Como ha leído y visto a los temibles bolcheviques en revistas americanas, va preparado a las tierras de esos salvajes, acompañándose, para defenderse, de un cowboy. Una banda de estafadores, para hacerse con los dólares del incauto, no tienen más que darle todo lo que ha venido a buscar y que realmente cree encontrar...
Uno disfrazado de terrible bolchevique.
Al llegar a Moscú se producen unas cuantas persecuciones con coches y trineos, como después hay hasta una pequeña lucha en la que unos a otros se embadurnan sus caras con crema. Pero lo más curioso para un espectador actual es ver cómo se nos muestra un Moscú hecho unos zorros, invadido por la nieve, con calles llenas de charcos y nieve. Y eso que se tratan de parajes cercanos al Kremlin y la plaza roja... Incluso después, cuando toca retratar al Moscú real y a los auténticos bolcheviques, aparece un edificio de la Universidad con unos desconchados fenomenales.
Aventuras junto al Kremlin.
La película no es ninguna maravilla, pero se sigue bastante bien, riéndote de tanto en tanto. Es curioso ver cómo los que serían luego realizadores de mucho nombre, como Pudovkin o como Boris Barnet, quien luego sí que haría extraordinarias comedias, protagonizan la función. Pero es que todos los actores, incluidos estos dos, surgieron de la fábrica de Kuleshov...

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