Pues hasta ahora no había visto “El viajante” (Asghar Farhadi, 2017), pese a que sus dos anteriores films (“Nader y Simin, una separación” y “El pasado”) me habían también gustado mucho. Pero no sé por qué siempre debo pararme a tomar impulso para ver este tipo de películas.
En “Nader y Simin” o en ésta, como en otras películas iraníes de sus contemporáneos, me intereso desde el principio por los detalles que dan de una ciudad como Teherán o de la sociedad que la habita, que se descubre muy diferente de cómo la creemos. Pero esos detalles se van captando a través de una trama, alrededor de un pequeño accidente, que te arrastra con la intriga que genera por todo su metraje.
En “El viajante”, un profesor de instituto y su pareja, que ensayan y luego representan “Muerte de un viajante” con otros cómicos, deben abandonar con prisas su casa, desalojados por el peligro de colapso que ha ocasionado las obras de construcción del edificio vecino. Buscando piso donde vivir provisionalmente, bastante desesperados, se oye este diálogo:
-Esta ciudad no tiene arreglo. Se debería derribar todo y volver a hacerlo de nuevo.
-Es lo que hicieron y mira lo que pasó -le contestan, haciéndole dar una ojeada por el entorno.
Este ambiente de desasosiego con el entorno, con el que se intenta convivir de la mejor manera, está siempre presente, pero hay también en los dos films un cuestionamiento moral, de los que corroen.
En “El viajante” el profesor sufre en un taxi colectivo las sospechas de acoso de su vecina de asiento, quien pide al conductor cambiar de asiento con el chico que va como copiloto. En la representación teatral, la actriz tiene un lapsus que la deja sin dar su réplica: ha captado una mirada lasciva hacia ella de un espectador. Pero es que previamente ha sufrido un asalto en su casa, cuando estaba duchándose. La captación de este tipo de cosas y la repuesta que le da cada uno hace preguntarte, como espectador, donde te situarías tú ante eso y qué tipo de respuesta le darías, valorando incluso si llegarías a traspasar ciertos límites morales llegado el caso de tomar venganza.
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