La tesis que deduje de la tercera y última ponencia de la tarde del jueves en la sesión sobre Barcelona y el cine del MUHBA, la de Antonio Pizza, es de lo más sugerente y, a la postre, quedó más que demostrada con sus ejemplos: por un lado señalaba un par de paralelismos (quizás debiera hablar mejor de maestros y seguidores):
-Entre la arquitectura moderna de postguerra (de los 40 a los 60, centrándose básicamente en los 60) italiana y la barcelonesa
-Entre el cine italiano y el de Barcelona.
Los tarantos |
Por otro lado demostraba la evolución de un cine y arquitectura neorrealista, con historias, formas y materiales de inspiración y proximidad popular hacia una entrada en otros más sofisticados, que acabaron integrando hasta el pop.
Obras de Bohigas y Martorell |
Quizás tergiverse algo la línea argumental de su charla, pero por ahí quedó lo que de ella sedimentó en mí. Para reseguirla, partió siempre en el caso italiano de la mención genérica de los grandes nombres del cine de postguerra y en arquitectura de los del movimiento moderno, que intentaré hacer -por ahora no hay forma- para que se me fijen de una vez en la memoria.
Ricardo Bofill rodando Cercles |
En el caso barcelonés empezó en arquitectura con el primer destello tras la guerra civil del movimiento moderno -el Grupo R-, para fijarse entonces básicamente en un entonces jovencísimo Oriol Bohigas, que se manifestaba hacia una arquitectura popular, proyectando entonces edificios de materiales pobres, casi artesanales (lo que había). El correlato en cine lo encontró en la película “Los tarantos” (Rovira-Beleta, 1963), que se introducía por el mundo de las barracas del Somorrostro y de Montjuic, por los márgenes de la ciudad, cuyo núcleo se distinguía, en todo caso, ahí al fondo.
La casa Fullà, del Studio PER |
El mismo Bohigas fue a partir de ahí evolucionando, marcando todo un proceso de re-apropiación de la ciudad, lo que escenificó en cine en la misma “Los tarantos” con esa integración final de Antonio Gades en las Ramblas, el núcleo duro entonces de la ciudad, dando unos pasos de baile. Luego siguió lo que tanto en arquitectura como en cine se llamó la “Escuela de Barcelona” (y llegó a leer los nueve puntos programáticos de la misma escritos en paralelo, cada uno en su campo, por Oriol Bohigas y Joaquín Jordá). Por último, señalando la influencia de Venturi, la llegada desatada del pop la demostró en cine con escenas de “Tuset Street” (Jordi Grau, 1968) y en arquitectura con un Studio PER que viajaba al mundo de Las Vegas y Disney en Estados Unidos y ese Belvedere que, tergiversando las funciones, colocaba el coche arriba, en el punto tradicionalmente dedicado a mirador.
El influyente libro de Venturi y el viaje a Las Vegas y el mundo de Disney del Studio PER |
El Belvedere Georgina, de Tusquets |
Con Antonio Pizza la Academia dio un paseo triunfal, de lo más rico, por el MUHBA.
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